Pablo Huneeus
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LOS NUEVOS BUROCRATAS
por Pablo Huneeus

El libro “Los Burócratas” lleva una extraña vida. Publicado originalmente en 1974 por la Editorial Nova Terra, de España, no tuvo mayor venta. Luego Juan Aldea, de la Editorial Renacimiento de Chile, tuvo a bien importar una cantidad, ocasión en que el crítico literario del diario “El Mercurio”, Hernán Díaz Arrieta (Alone) lo calificó de bien escrito (yo hasta entonces me consideraba sociólogo no más). Encima dice que “Puede jactarse Pablo Huneeus de haber hundido su estilete medio a medio y hasta el fondo de unos de los grandes problemas de nuestra organización civilizada.”

Partieron.

Fueron cinco ediciones que se fueron sucediendo regularmente hasta 1992, cuando lo consideré superado. Sin embargo, ha corrido tanta tinta bajo el puente, seguimos tan frenados por el fenómeno administrativo, que me he propuesto reeditarlo, en versión actualizada.

Aquí van unas parrafadas para dar una idea de cómo se verá esta obra cuando termine de restaurarla:

CAPITULO IX

EL TRÁMITE COMO COITO RITUAL

“Hizo con ellos la guerra triste de la humillación cotidiana, de las súplicas y los memoriales, del vuelva mañana, del ya casi, del estamos estudiando su caso con la debida atención; la guerra perdida sin remedio contra los muy atentos y seguros servidores que debían asignar y no asignaron nunca las pensiones vitalicias. La otra guerra, la sangrienta de los veinte años, no les causó tantos estragos como la guerra corrosiva del eterno aplazamiento.”

García Márquez:”Cien años de soledad.”

El trámite es el coito de dominación que ejerce la autoridad sobre el individuo. Durante el acompasado movimiento de ir y venir con los papeles, ella asume inicialmente una pose femenina: ven a mí ciudadano, penetra mis entrañas, sedúceme con caramelos de sumisión y ofrendas de dinero.

Y no soy para cualquiera, dice la gran meretriz. Para acceder a mis favores has de pasar las pruebas de aguante –los inefables requisitos– que he puesto para medir tu docilidad: plazo vigente, solicitud con el permiso que te autoriza a solicitar, identificación al día, (¿sigues siendo quien dices ser?) etc.

Pero en cuanto abre sus piernas, y el ciudadano, tras larga espera, pasa con su problema al altar de la desfloración, entonces salta de su asiento el burócrata con su lanceta. No señor; falta esto y lo otro. ¿Trajo el certificado de supervivencia? De una plumada, el que venía a poseer es sometido. Para esa fecha imposible, caballero. ¿No sabe del nuevo decreto que restringe ese beneficio? Hable con el jefe, sólo él podría autorizar su caso, siempre y cuando usted se agache.

Todo vale para ensartarle a uno el aguijón de obtener, no un derecho que me corresponde, sino un favor especial, que se paga con gratitud, vale decir adoptando la posición de apaciguamiento con que el simio vencido expone su trasero al mono mayor.

Eso hace el poder contigo, humano, te humilla. Pero lo curioso del androide burocrático es que con tanta o más voluptuosidad se esmera por fagocitarse a los de su misma especie. La tramitación entre burócratas, sea dentro de una misma repartición o de un ministerio a otro, alcanza también caracteres de coito ritual, en que cada cual trata de adoptar sobre el otro una postura de dominación.

De la municipalidad a la intendencia regional, del Ministerio de Educación a la Dirección de Presupuestos o de la Contraloría a Obras Públicas, hay siempre una pugna de jerarquía: quién se monta a quién. Y el falo que unos enseñan a otros para impresionar es la norma legal por la cual Uds. solicitan y nosotros resolvemos (cómo y cuando pisarlos).

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