Pablo Huneeus
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MORIR EN NUEVA ORLEANS
por Pablo Huneeus

¿Y si en lugar de venir al mundo como latino chilensis, fuera yo un negro de Nueva Orleáns? Me gustaría el jazz en lugar de la música clásica que amaba mi padre —tocaba suites de Bach y cuartetos de Schubert en su violonchelo—, y en vez de estar emparentado a una retahíla de monseñores, viñateros y políticos, tendría un primo barrendero, una media hermana que canta blues en una cantina de Bourbon Street y mucho pariente entre los esclavos de Louisiana.

Igual ¿por qué no?, la suerte podría haberme hecho mujer. Mujer negra de Nueva Orleáns chapoteando hasta los tobillos en los excrementos que cubrían el piso de los baños del estadio “Superdome”. La mayoría de los 25.000 hacinados por desidia gubernamental, simplemente orinaba en las escalas, mientras bandas de violadores recorrían las graderías.

— Nos tenían como animales —dijo Taffany Smith de 25, sujetando su crío de tres semanas. Para limpiar el único pañal en cinco días, debía cada tantas horas subir a los baños en busca de agua.

En Auschwitz, Dachau o Abu Graib, retiraban los muertos, pero en el estadio de Nueva Orleáns quedaban por días arriba de sus sillas de rueda o tendidos por ahí, con 34º de calor a la sombra.

De haber nacido negro en la cuna de los blues y el hip hop tendría, también, altas probabilidades de estar en estos momentos boca abajo, flotando a media agua tras haber perecido ahogado, no por el huracán —los hay siempre— sino por haberse desbordado el dique de la calle 17, el que hace años el alcalde Ray Nagin está clamando que el gobierno refuerce. (Por Google o la BBC se puede escuchar su conmovedora entrevista del jueves a una radio AM, donde arremete contra los burócratas de Washington).

El 2003 el gobierno de Bush retiró los fondos del Homeland Security de Louisiana para destinarlos a la guerra contra Irak. Dicho programa contemplaba, precisamente, reforzar los diques de la ciudad. Algunos contratistas sureños, viendo el peligro, siguieron las obras por su cuenta y a sus propias expensas. Pero un dique a medias u 80% terminado es como un auto que le falta sólo una rueda.

Si fuera un editor independiente o panadero en Nueva Orleáns también estaría sonado porque las nuevas leyes permiten a las grandes empresas acogerse libres de polvo y paja a la quiebra, pero a las personas no, debiendo estas responder hasta con su camisa, sino la cárcel.

Todo, a vista y presencia de una de las mayores riquezas naturales de los Estados Unidos, el petróleo del Golfo de México y al lado de grandes astilleros y bases de la Armada.

Quinto año consecutivo, informa el US Bureau of Census, que el ingreso medio familiar en ese país no aumenta. Cada año aumenta, en cambio, en un millón el número de los sin casa.

Podría, asimismo, encontrarme entre los cinco jóvenes, que según acaban de informar, iban atravesando armados, parece, el puente Danziger que une el lago Pontchartrain con el río Mississippi, momento en el cual la soldadesca blanca los acribilló a tiros. Eran todos negros, sospechosos por cierto y malos para el gobierno que más muertes inflige en el mundo.

Es como si el huracán Katrina le hubiera arrancado la máscara, dejando expuesta su verdadera naturaleza de gigante con pies de barro. Guerras de alta tecnología por todo el planeta, el Discovery al espacio, el país más rico del mundo y por debajo… pura pobreza, viviendas de pacotilla, juventud alienada, corrupción corporativa e inseguiridad.

Si el perraje es la base en que se sustenta la mayor potencia del globo ¿no es acaso lo mismo en todo cuanto brilla? La Iglesia, con toda su pompa y circunstancia ¿qué sería de ella sin la vieja devota que misa a misa y peso a peso llena sus arcas? El ejército, el glorioso Ejército de Chile, con todos su entorchados y galones ¿no se sustenta acaso en el simple recluta que mandan en tenida de verano a cruzar la cordillera? Los nuevos edificios que se alzan triunfales y prepotentes en el barrio alto de Santiago, lo hace a mano nada menos que el albañil, el maestro de la construcción que un día cae aplastado por un terraplén sin berma y al otro, por una grúa sin anclaje.

El supermercado Lider de Puente Nuevo, un hito de modernidad y resulta que, según se ha denunciado, durante la noche encierran con candado al perraje del aseo y las reposiciones, el que debe tener todo listo y presto cuando abre.

Lo mismo la industria salmonera, la exportación de frutas, el cobre y para donde uno mire ve espaldas sudadas, miedo a quedar cesante y manos que hacen todo cuanto se fabrica y sirve.

De China, los lindos productos chinos, tan baratos como barato les resulta dejar morir seis mil trabajadores anuales en sus minas de carbón, tener a cientos de periodistas y estudiantes presos por ejercer una mínima libertad de expresión, hacer a la gente trabajar doce, catorce horas diarias y pagar salarios que rara vez superan los cincuenta mil pesos mensuales.

Sí, me falta ser peón cafetalero, carpintero, temporera de la agro industria, mujer del aseo, prensista de revista cuica, obrero carbonífero de Curanilahue y tripulante de pesquero en alta mar.

Después de todo eso, podría estar preparado para llegar a ser negro de Nueva Orleáns y con ello entender cómo son las cosas.


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