Pablo Huneeus
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EL JIBARISMO PARENTAL
por Pablo Huneeus

Imagínate, amigo lector, que en una calle perdida de la noche oscura bajas del auto a preguntar la dirección. Antes de llegar al timbre, oyes acercarse a un par de personas. No sabes quienes son ni a qué vienen, sólo que son dos. Ahora dime ¿a cuál de estos parcitos más temes?

A.- Un viejo con su vieja del brazo.
B.- Obreros a paso firme, con sus típicos bolsos al hombro.
C.- Dos hombres jóvenes, caminando lento con las manos en los bolsillos.
D.- Dos mujeres jóvenes, que pasan cerca.

Alternativa C ¿verdad? Su actitud te hizo sospechar que son hijos del ocio y por tanto peligrosos. Tienes razón, porque un estudio del sociólogo Jeremy W. Coid y el Dr. Ming Yang, de la Queen Mary University de Londres, acaba de confirmar lo que el instinto te dice: los hombres jóvenes que viven con sus padres son el estamento etario más peligroso de estos tiempos.

Ocurre que tras investigar la conducta de ocho mil hombres y mujeres jóvenes (19 a 25 años) durante los últimos cinco años descubrieron estos científicos que los varones que pasado la adolescencia siguen viviendo a expensas de sus viejos, si bien representan el 4% de la población, cometen el 16% de las lesiones violentas.

¿Motivo? Al no requerir sustentarse a sí mismos, disponen de más plata para el carrete, vale decir para bebidas embriagantes y droga. Y en ese tramo de edad la droga líquida (vino, cerveza), mezclada con egotismo y malas juntas, exacerba conductas antisociales como manejo peligroso, promiscuidad sexual, bandolerismo, endeudamiento irresponsable, violencia verbal, peleas domésticas y crímenes contra la propiedad.

“And these are more common among young men who do not have responsibilities of providing their own accommodation, supporting dependent children, or experiencing beneficial effects on their behaviour from living with a female partner,” comenta el profesor Coid.

Más aún, estos investigadores de la psicología criminal establecieron que los eventos de conducta antisocial van aparejados entre sí. Por ejemplo, quien ejerce violencia verbal en su casa también maltrata a su pareja, bebe en exceso, protagoniza accidentes de tránsito y trampea en los exámenes.

Encima, pareciera que pasada cierta etapa retener en el árbol un fruto, lejos de ayudar a que madure, propicia su degradación. Si bien el niño es una verdadera esponja de valores éticos, el hombre joven, sobre todo cuando no es independiente, se vuelve impermeable a las enseñanzas de las anteriores generaciones, sin que sus mantenedores puedan enmendar el descarrío que provocan al sobreprotegerlo.

¿Qué sería del zorzal si no lo echaran del nido?

Por eso retardar el destete, lejos de ser bueno para el mamón, hace con su cabeza lo de los jíbaros con la de sus enemigos. Lo reduce a la condición de incapacidad aprendida, allegado perpetuo del Hotel Mamá.

En lugar de crecer en libertad, pierde la capacidad de autosustentarse, y de ahí a la mendicidad institucional (becas, subsidios) hay un paso. Alejado de las virtudes purificadoras del trabajo, queda expuesto al hedonismo reinante, por lo que dilapida sus mejores años en pasarlo raja, además de convertirlo en peligro para la sociedad.

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