Pablo Huneeus
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Urbi et Orbi 84. jueves 17 de agosto de 2000

El DEDO EN LA LLAGA
por Pablo Huneeus

Con el desafuero de Pinochet culmina el movimiento iniciado por la juventud de escasos recursos en 1983, cuando estudiantes y pobladores salen a protestar por justicia y libertad política.

Luego vino la Concertación de políticos profesionales, el plebiscito del ¡NO!, la conciencia internacional de Derechos Humanos, los 503 dias de arresto en Londres, etc., o sea, todo un movimiento de rechazo a iniquidades de sangre cometidas por agentes del Estado, movimiento que culmina cuando la Corte Suprema le quita al viejo sus prerrogativas judiciales (mas no su millonaria dieta) de parlamentario.

Entretanto, la actitud de los poderes fácticos denota una cierta satisfacción, como diciendo: mientras el chivo expiatorio cargue con los trabajos sucios, vamos bien. Que lo descueren si quieren, total lo comido y lo robado no me lo quita nadie, es la consigna.

Pero si en los años ’80 era impensable un Pinochet preso ¿qué vendrá mañana que hoy nos parezca imposible? ¿Yuraseck devolviendo la Empresa Nacional de Electricidad (Endesa) a Chile? ¿La repatriación de los dineros succionados hacia el exterior por la mafia financiera? ¿El ex presidente del FMI, Michel Camdessus, extraditado para dar cuenta del holocausto de pobreza en que sumió a Latinoamérica?

En eso estaba, cuando aparece en los noticiarios de TV una "funa". Definida por sus inventores como " una algarada festiva", la funa es un nuevo tipo de manifestación de gente joven contra personas libres de proceso formal pero sindicadas de haber cometido crímenes de lesa humanidad. Esta, que viene a ser la tercera en Chile, fue contra un agente de la policía secreta llamado Germán Barriga, a quien las investigaciones informales acusan de haber asesinado a varios militantes del PS.

El aviso llega por Internet –alta tecnología en todo esto– y a la hora convenida unos trescientos estudiantes, junto a parientes de las víctimas, marchan sobre el domicilio particular del "funado" con sendas pancartas. No estaba Barriga en casa, o no quiso salir, pero el objetivo moral de denunciar a hechores ocultos se alcanza plenamente. ¿Cómo supieron quien era y dónde vive? El prontuario que distribuyen por E–mail impresiona por lo detallado, va desde el nombre de sus padres al puesto que le dan en mayo de 1993 en Codelco al pasar a retiro con el grado de coronel, además, por cierto, de la historia de cada víctima que le enrostran.

O sea, las protestas de hoy no son los enfrentamientos callejeros de antes. Con otros métodos, el ansia de justicia en la juventud apunta más allá del entonces jefe de Estado, a sus cómplices. Y en esa línea, es predecible que de los autores materiales pase a los autores intelectuales de la dictadura, vale decir a los que se enriquecieron con ella.

Ya hay en curso una investigación sobre los fundos consolidados durante ese período sobre predios de mapuches.

Es el paso lógico, porque si torturaron, violaron y asesinaron fue para algo, y esa finalidad última no es otra que permitirle a una nueva clase acumular dinero. A sus chequeras van maestranzas de ferrocarriles, la Línea Aérea Nacional, generadoras de electricidad, CAP, fondos de pensiones, carreteras, bosques fiscales, además de cinco mil millones de dólares esfumados por la banca privada, y la deuda externa –la mayor de la historia– que hoy se paga con los altos intereses que afligen la economía. Las "privatizaciones" de recursos públicos fueron en beneficio de quienes el propio Pinochet llamó "amores pagados". A cada lacayo de su corte debió obsequiarle alguna concesión, perdonazo de deudas o empresa fiscal con su correspondiente permiso para despedir trabajadores.

La perversidad del modelo ¿querían que quedara impune?

No les va a gustar lo que viene; puede alterar el sagrado orden gracias al cual un dilecto 2% de los chilenos acapara la mitad del ingreso nacional. "Funados" por pobladores que los miran fijo, intervenidas sus cuentas, y expuestos sus negociados, recordarán con nostalgia cuando un anciano general acumulaba todas las querellas.

Por eso, remover tierra en busca de desaparecidos es una cosa, pero escarbar cuentas de Zurich o Miami en busca de patrimonio fiscal es meter el dedo en la llaga.

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