Pablo Huneeus
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Urbi et Orbi, domingo 15 de abril de 2001

GOBERNAR ES COBRAR
por Pablo Huneeus

Don Pedro Aguirre Cerda decía que "gobernar es educar". Bueno, era profesor de castellano, no economista, y de cien mil escuelas primarias que había cuando asume la presidencia en 1938, Chile ya contaba con 616 mil al momento de su fallecimiento en 1941. Y eso, sin perjuicio de haber creado en ese período la Corporación de Fomento a la Producción que daría a luz la Cap, Endesa, Enap, Iansa, y demás pilares de la industrial nacional.

Para unos que han calzado la banda tricolor su slogan parece haber sido "gobernar es matar", para otros fue viajar de lo lindo, pero debido al poder alcanzado por el dinero el leitmotiv y principio orientador de la autoridad hoy es cobrar. Money, money es lo que más interesa a policías del tránsito apostados, no donde hay mayor peligro, sino donde sea más rentable cursar infracciones; a municipios que buscan más vender permisos de construcción que cuidar los barrios existentes; y a las gobernaciones marítimas que se afanan más en recaudar por concesiones de playa que en apoyar a los navegantes.

La red caminera, por ejemplo, ha sido convertida en una vasta caja registradora que al Gobierno (y sus concesionarios asociados) esta pura Semana Santa ha de permitirle recolectar sus buenos tres millones de dólares.

Fueron cerca de 140.000 autos que salieron de Santiago. Si tomamos como promedio los $6.400 pesos en peaje que debe pagar la familia Moya Lorca por ir a Quintero, solo los capitalinos fueron forzados a pagar $896.000.000.- (US $ 1.518.644.-).

Si pensamos que otros tantos se han aventurado a los caminos desde Concepción, Talca, y resto del país en general, la recaudación total por peajes ha de superar los 1.700 millones de pesos. Nada más que este fin de semana, sólo por peajes de rutas que existían de antes y sin contar permisos de circulación, impuestos de internación del vehículo, cobro de licencias de conducir, el IVA a neumáticos y repuestos, y los inefables gravámenes a la gasolina.

De los $12.000 que ha debido pagar Moya por llenar el estanque de su Suzuki Baleno, cerca de $5.640 (47 %) se los llevó el Fisco en IVA, impuesto específico y aranceles diversos. 280 mil autos en las mismas han debido, pues, aportar otros 1.579 millones a las arcas del Rey.

Súmense las tasas de embarque que paga cada pasajero por abordar un avión, el 18% de impuesto a pescados y mariscos y un largo etc. etc., que incluye el tributo a los libros que vendí ayer en la subida al cerro San Cristóbal, y tenemos el país convertido en una larga y angosta caja registradora.

Todo el comercio, supermercados, tiendas, dedicado a recolectar el IVA por las compras que hace la gente, en circunstancias de que debieran ser agentes fiscales, no panaderos o libreros, quienes recaudan lo del César.

Igual, el Metro ha pasado ser la máquina subterránea para juntarle al Gobierno el molido de caja chica, la plata del diario como quien dice. También el Loto, los casinos y demás juegos de azar que fomenta y ampara la autoridad.

Así todo, burócratas y apitutados, la clase política e instituciones militares, los que reciben sueldo fijo, y viajan pagados a París, rezan para sus adentros: contento, Señor, contento!
Felices están con el proyecto de ley que extraerá de la gente otros 800 millones de dólares anuales. Su fundamento es llamarle evasión tributaria a lo que hoy es legal, como es para la pequeña empresa vender sin IVA su maquinaria usada, situación que estimulaba la modernización de activos.

Pero donde mejor se aprecia la nueva doctrina de gobierno es en la fuerza con que defiende y ampara a sus concesionarios asociados, vale decir monopolios de agua, transporte y energía. Una pura alza, como la última concedida al consorcio eléctrico español que se apoderó de Endesa, se ha dicho que le permite recaudar a los peninsulares US$ 40 millones extra. En cambio, todo el peso de la autoridad -carros lanza agua, gases venenosos, propaganda, fuerzas especiales de Carabineros- va contra quienes repudian tales abusos.

Es el caso de los estudiantes secundarios: los reprimen violentamente por reclamar contra la estafa y malos tratos que padecen a manos de los micreros. El estudiantado les pagó a esos empresarios ya cerca de tres mil millones por pases que nunca recibieron, pero el Gobierno, en lugar de ponerse del lado de la juventud, manda a apalear a los menores mientras entrega a esos mismos micreros las calles en exclusiva.

Eso es educar, verdad don Pedro?

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