Pablo Huneeus
Seguir a @HuneeusPablo
LOS OTROS CRIMENES DE LAVANDERO
por Pablo Huneeus

Tras un linchamiento de imagen orquestado por el nuevo organismo persecutorio del gobierno, –el Ministerio Público, alias “fiscalía”– el senador Jorge Lavandero Illanes (75), ha sido condenado a cinco años de cárcel por haber regaloneado doncellas de la Araucanía.

En lugar de efectuarse un juicio propiamente tal, con sus etapas clásicas de acusación, sentencia y penitencia, se puso en práctica un dispositivo recién traído de los Estados Unidos llamado “procedimiento abreviado” (Título III del Código Procesal Penal de 2000).

Equivale al “plead guilty or not guilty” (declararse culpable o no culpable) que vemos en las películas. Quien se declara culpable no se expone a más penas que las solicitadas por el fiscal acusador y el asunto se reduce a que un notario judicial (juez de garantía) respalde la pena impuesta, pudiendo también bajarla si encuentra atenuantes.

En cambio, quien se declara no culpable, o sea no acepta responsabilidad en los hechos que se le imputan, va a juicio bajo el imperio del Poder Judicial.

Ahí, ante un tribunal compuesto por tres jueces de carrera, y a la vista de la ciudadanía, el fiscal debe exponer su caso y exhibir las pruebas que tenga contra el imputado. Ahí recién a operar la defensa –piedra angular de la justicia encarnada en la Defensoría Penal Pública– y con sus pruebas bien puede convencer al tribunal de la inocencia del acusado. El riesgo es que el tribunal termine aplicando más latigazos que los solicitados originalmente, además del costo financiero, en caso de defensor privado, y del desgaste psíquico que ocasiona un largo proceso.

Pues bien, en la bullada reforma procesal penal apodaron el “plead guilty” como “procedimiento abreviado”. ¿Quien no quiere algo abreviado?

Lavandero, también. Y por impaciente, ahí cayó, sin juicio ni gloria, en la trampa de querer cortar la humillación aceptando el novel procedimiento de declararse culpable sin decirlo así. Por eso, quizás nunca lleguemos a saber, con certeza jurídica, cuán veraces eran las acusaciones que pesan en su contra y debamos para siempre quedarnos con lo que dicen que dice el rumor.

¿SE LA MERECE?

¡Bravo, fiscales mediáticos! Se merecen un bono de gestión por tan magna condena. ¿Hasta cuando vamos a permitir que hombres maduros se deleiten con lolitas en flor, como esos boccatto di cardinale que exhibe la tele al atardecer? Muslos al aire, sonrisas insinuantes y traseros en movimiento, se miran pero no se tocan, ¿verdad gerentes generales de Chile?

Una de las chicas acariciadas no parece ser muy rogada, porque un camarógrafo del Canal 13 de la Pontificia Universidad Católica, en el curso de obtener una confesión contra Lavandero, la habría dejado embarazada. ¿No ocurría acaso en la Inquisición medieval que los mismos monjes que oficiaban de fiscales hacían “solicitaciones carnales” a las beldades acusadas de brujería? Aún así, nada debe empañar el sentido moral de este proceso purificador, bautismo de fuego de la reforma procesal y ejemplo para las futuras generaciones.

RELAJO

Conste que no es de habérselas fornicado que acusan al sureño parlamentario, sino de “abuso sexual” según lo define el Artículo 366 de la ley 19.617 que pasara la militante cristiana Soledad Alvear siendo Ministra de Justicia y que reza: “El que abusivamente realizare una acción sexual distinta del acceso carnal con una persona mayor de doce años, será castigado:
1º Con la reclusión menor en cualquiera de sus grados, cuando el abuso consistiere en la concurrencia de alguna de las circunstancias enumeradas en el artículo 361” (secuestro por la fuerza, incapacidad de “la victima” para oponer resistencia y enajenación mental de la misma).

O sea, se trata de la inmoralidad ¡Virgen santísima! de hacer en su mansión de Metrenco lo de tanto ejecutivo bancario en los saunas del centro: relajarse con damiselas en el Jacussi, todo lo cual en esta larga y angosta faja de virtud es ahora castigado con un quinquenio a la sombra. ¡A blanquear sepulcros mandan!

Si fuera, en cambio, lo que hacía “Gran Señor y Rajadiablos” de Eduardo Barrios, con las mozas del campo, bueno, habría que colgarlo de un poste. Recordemos que a ese patrón de fundo no solo perpetraba todo lo anterior con premeditación y alevosía, sino que además ¡Dios mío!, les engendraba criaturas, según él, para mejorar la raza,

Pero aparte de la propensión del buey viejo al pasto tierno, hay en el prontuario de Lavandero otros delitos por los cuales su confinamiento en la Cárcel de Alta Seguridad, junto a Spiniak Vilenski, es lo menos que el poder, siempre vengativo, quiere de él:

Primeramente, haber sido un factor disociador de la reconstrucción nacional emprendida por el general Augusto Pinochet Ugarte. Llevábamos más de diez años de “Paz y Progreso”, libres del abyecto derecho a pataleo, sin rastros de lo que un bando militar, muy acertadamente, apoda “el vicio de la demagogia”, cuando el imputado, de su propio peculio saca un periódico disidente.

Human Rights Watch, 20–III–1984:
“Jorge Lavandero, editor del diario opositor Fortín Mapocho, es brutalmente atacado. Lavandero se preparaba para dar a conocer a la opinión pública las turbias transacciones de bienes raíces de Pinochet, especialmente de su propiedad en Melocotón, cuando es arrastrado fuera de su automóvil, apaleado y abandonado para morir. Los documentos que informan acerca del escándalo son robados del vehículo.”

Desoyendo esa gentil advertencia, y con un tímpano dañado en el incidente, reincide en su actitud sediciosa. No contento con las falsedades que decía su pasquín sobre apropiaciones indebidas de mi general, tan honrado siempre, y sobre torturas de sus amables colaboradores, organiza una votación en la Alameda. ¡Imagínense! 1986, cuando Chile era gobernado por su mejor gente, una elección. ¿Para qué?

Junto a otros secuaces, instala una mesa con urna y se le ofrece a la turbamulta la opción de votar, como si el sufragio universal sirviera para algo. Tal provocación a la sana convivencia necesariamente había de afectar la “imagen país” que tanto inquieta al inversionista extranjero, por lo que las fuerzas del orden intervienen al instante.

En el juicio no se demostró la veracidad de las denuncias sobre su vida privada ni si acaso era delito amistar con jovencitas, pero del delito de subversión cometido en la vía pública, sí que hay pruebas. Vean su propia declaración plasmada en el mentado rotativo:

“Eran las 12 del día 20 de marzo. Frente a la Biblioteca Nacional procedimos a votar para escoger entre la Dictadura y la Democracia.

Por ejercer el derecho que tuvimos siempre, el votar en forma pacífica, fuimos detenidos y llevados a la 1ª Comisaría.

Frente a mí, en el asiento del carro policial, había una metralleta cargada y abandonada. Sabían que nosotros no la tocaríamos, no somos terroristas. Pero igual a (Rodolfo) Seguel lo patearon en el suelo, a Ricardo Hormazabal le rajaron su vestón y a mí, por la espalda, un avergonzado carabinero me daba bofetadas y puntazos con su luma.

Junto a María Rozas y empapado de agua, con otros 14 dirigentes, fuimos detenidos. En otro lugar, a (Claudio) Huepe, con furia homicida le lanzaron un chorro violento en el rostro. A Pepe Piñera (padre QEPD), ese hombre grande por dentro y por fuera, lo escogieron como un blanco para sus iras.

Todo comenzó después de votar. A una madre ingenua y bonachona le cortaron la sonrisa con un impacto de bomba (lacrimógena) sobre su hijo. Hormazabal y yo amarramos a la mujer y su pequeño. Un estudiante sujetó el palo de un carabinero sobre mi cabeza. César Gumucio también ayudó a Hormazabal. Los ojos de los carabineros brillaban extrañamente repartiendo palos, patadas y bombazos. Finalmente se calmaron y comprendieron que éramos un grupo de chilenos pacíficos que queríamos ejercer nuestro sagrado derecho ciudadano de votar.

Algunos jóvenes les pedían con respeto y cortesía a carabineros que votaran, era su oportunidad también. Mientras tanto, el guanaco estaba aislado por una fila de micros.

Una jornada alegre, una buena experiencia para todos. Llorábamos, nos ahogábamos por las bombas, pero no perdíamos la fe y el entusiasmo…”

¿Se dan cuenta? Para este hombre culto, de buena familia (es hijo del hacendado y senador Lavandero Eyzaguirre), “una jornada alegre” no es otra cosa que incomodar el orden institucional. ¡Qué insolencia, todo un guerrillero de la política! Es el tipo de barrabasada que protagonizaba Manuel Rodríguez para desprestigiar al gobernador español Casimiro Marcó del Pont y con ello azuzar a los perros patriotas contra el rey.

Más aún, el “alto nivel de conflictividad” que le enrostra el siquiatra gubernamental se aprecia en que, encima, llega a denunciar de corrupción a la camarilla local de su propio partido en Temuco. ¡Qué falta de lealtad con los amigos de los amigos!

LIDERAZGO

Otro delito de Lavandero es el de liderazgo reiterado. En el país del chaqueteo, descollar sobre la uniformidad gris de la clase política, tener arrastre popular es atentatorio al ordenamiento institucional.

El trabajoso tinglado de componendas, el sistema binominal que da una muy atinada sobre representación a la derecha, la novel matemática de la Constitución de 1980 por la cual el tercio decente de la Cámara Alta es igual a dos tercios de pelientos y hasta la ley del embudo que deja a los de abajo en su lugar, todo peligra con sujetos, como el de marras, nacido y criado en Renaico, que se salen del molde.

Esa incorregible estructura de personalidad suya, es de larga data: vean esta verdadera arenga sublevatoria que lanza en plena era de concordia, mediados de los años 1980, cuando estábamos todos tranquilos con ser guardados a las once de la noche y ser vigilados hasta en nuestros más íntimos pensamientos: “¡Chilenos, si piensas que doce años son demasiado, si no quieres vivir eternamente en la emergencia, con toque de queda, sin pertenecer a ninguna organización donde te puedas expresar libremente, reclama por tus derechos y únete a nosotros. Está en juego tu vivienda, tu trabajo, tu educación y tu hogar!”

Suma y sigue, porque el 2003 las emprende contra la tan querida Teletón, acusando a las empresas partícipes de aprovecharse de ella. “Mi duda fue si estas empresas actuaban por caridad o hacían un negocio. Y todo partió porque una señora muy pobre de Carahue había vendido la bicicleta de su nieta para darle plata a la Teletón. A estas personas tan pobres nadie les devuelve nada, eso es caridad. Pero… las grandes empresas hacen un contrato, pagan un cupo para usar el logo de la institución y de ese modo aumentan sus ventas a tal nivel que se les producen enormes utilidades, de las cuales donan una fracción a la Teletón… lo grave es que además ellas están autorizadas para descontar esta donación de sus impuestos.” (Entrevista de Juan Pablo Cárdenas en la radio de la Universidad de Chile, 2-XII-03)

Aparte de la tremenda indiscreción de revelar ese secreto, su maledicencia la proyecta contra los intachables bancos del país porque “ganaron 575 mil millones de pesos de utilidades, pero no bajaron sus tasas de interés y no pagaron ni un centavo de impuesto.”

Con razón los senadores Andres Zaldívar Larraín y Carmen Frei Ruiz-Tagle, ambos de la Democracia Cristiana, presentaron en esa ocasión una moción de censura en su contra. No fuera cosa que el empresariado dudara del compromiso de la falange con los ricos.

ROYALTY

Pero su mayor peligro para la sociedad es, sin duda, cuestionar el acomodo de la Gran Minería. Cuando ya estaba archi consensuado que el capital extranjero podía llevarse el cobre, el molibdeno y cuanto mineral quisiera sin pagar merced alguna, el imputado impulsa, junto a la Federación de Trabajadores del Cobre, el “Comité de Defensa y Recuperación del Cobre” (www.defensadelcobre.cl) que reclama 10% de royalty (regalía) ahora.

Estamos hablando de millones y millones de dólares en juego, de tremendas mermas a las empresas multinacionales que en forma tan desinteresada han venido a colaborar con el desarrollo del país y sobre todo, lo más grave, del odioso principio de que el pueblo de Chile es el verdadero propietario de las riquezas naturales de su territorio.

De cundir esa ideología, tendríamos a los iraquíes dueños de su petróleo, a los ecuatorianos de las bananeras, a los chilenos de sus carreteras y así hasta dejar fuera del juego a los generosos conglomerados transnacionales. Sería el término de la globalización financiera, de la ubicua presencia de productos chinos y demás políticas neoliberales que tanto empleo ofrecen a la juventud.

¿Qué no hay plata para construir casas mejores o aliviar a los deudores? ¿Qué recuperar los ferrocarriles es demasiado caro? Todo eso cambia con el royalty, como que a causa de Lavandero el gobierno se vio obligado a urdir para la galería una ley de maquillaje que lo esparce por encima, cuando sobren utilidades contables, pero por supuesto, sin ir al hueso.

Para peor, y esto si que es disociador del sistema, llega a ser propuesto candidato de la centro izquierda a la primera magistratura de la nación. En lugar de Gladys Marín ¿qué sabemos?, capaz que además del 10% del PC, arrastrara a vastos sectores del medio campo. Fin de la Concertación.

Danger! Peligro para los dueños de Chile, el espectro de las anchas alamedas ad portas. “Mucho más temprano que tarde, de nuevo se abrirán las anchas alamedas por donde pase el hombre libre a construir una sociedad mejor”.

Gallo de pelea, enteramente macho, de buena presencia y amplia fortuna, agitador de la causa popular, y crítico del orden establecido, es demasiado crimen para cinco años y un día.

Arder en una la hoguera frente a la Catedral es lo que se merece, tal como el “Consejo Supremo de la Santa y General Inquisición” ordenara que el primero en practicar aquí la medicina científica, el bachiller Francisco Maldonado de Silva, fuera “Relajado y quemado vivo en el auto de fe que celebró este Santo Oficio el 23 de Hen (enero) de 1639.”

Copyright Pablo Huneeus