LAS MÁQUINAS DE HACER PLATA
por Pablo Huneeus
Cuando Mario Kreutzberger Blumenfeld (67) irrumpe en voz y figura implorando dinero para la Teletón, viene a la memoria su cruzada en favor de otra máquina de hacer plata: la Administradora de Fondos de Pensiones PROVIDA, de donde se afanaron cerca de un tercio de los ahorros que ha hecho la gente a lo largo de su vida.
Fue al amparo del régimen militar instaurado por Pinochet Ugarte en 1973 que los linajudos prestidigitadores de caudales Manuel Cruzat Infante y Fernando Larraín Peña formaron un verdadero imperio integrado por más de cien compañías entre las que se encontraban Minera Pudahuel, Cervcerías Unidas, Ladeco, Copec, Mermeladas Watts, Viña Santa Carolina, las AFP Alameda y Provida, el Banco Santiago, Cooperativa Vitalicia, Consorcio Nacional de Seguros, etc. y cerca de dos mil hectáreas de predios agrícolas aledaños a la capital.
Fue el espíritu visionario de estos santos varones, apoyado por la prontitud del gobierno en cambiar las reglas de urbanidad, que los lleva a esparcir la urbe sobre los mejores potreros de hortalizas del país. Desarrollo inmobiliario, se llama tan beneficiosa actividad.
Pero el mayor aporte de los empresarios de comunión diaria y paso marcial, aparte de demoler estorbos a la modernidad, como Ferrocarriles del Estado y las generadoras chilenas de electricidad, fue cuidar de los ahorros que mes a mes va haciendo la población para su vejez. ¿Qué mejor obra al Señor que invertir sabiamente ese enorme flujo de plata fresca?
La idea fue del ingeniero comercial de la Universidad Católica, esposo de la bella Francisca Aninat Ureta y doctorado en Harvard, el UDI José Piñera Echenique (60), quien en diciembre 1978 es catapultado al cargo de Ministro de Trabajo y Previsión Social. Inteligente, bien preparado y mejor conectado, era a vista de la oligarquía santiaguina, el genio ideal para ocupar la secretaría de Estado responsable, precisamente, del fondo nacional de pensiones, fondo que por su cuantía se le apodaba el Segundo Presupuesto de la Nación.
No bien jura ante el porteño Pinochet (es nacido en Valparaíso) y empieza José Piñera (hermano del presidenciable Sebastián) su obra culmine: la Reforma Previsional que instituye las empresas con fines de lucro encargadas de administrar nuestros ahorros, las inefables AFP.
El negocio de estas captadoras consiste en recaudar el monto que por ley se le descuenta al empleado de su sueldo, hacer casi todo cuánto se les antoje con ese dinero, y algún día decirle al afiliado: aquí tiene esto que nosotros, los buenos samaritanos, le hemos guardado para que Vd. descanse en paz.
El monto es nada menos que el 10% de la remuneración imponible para ahorro previsional. Al diezmo eclesial se le añade una dádiva de 2,41% (+ una cuota mensual fija de $320.-) a beneficio del sacristán (AFP) que recolecta y embolsa nuestro peculio. O sea, por cuarenta años de laburo, cinco se trabajan para ahorro previsional y uno entero para los cofrades que sin consultarnos ni rendir cuenta, administran nuestro tesoro, sea que lo aumenten o mermen.
Tan audaz reforma, como es poner la seguridad social al servicio de los mercados, fue posible gracias a la clarividente palabra de los ideólogos de la Junta Militar. Convencieron ellos a las altas cúpulas castrenses de que el fin (crecimiento económico) justificaba con creces controlar la opinión pública, eliminar sindicalistas, intervenir las universidades y subvencionar la huachafería en televisón.
Tan pingue negocio requería, sí, que la clase trabajadora de profesionales a temporeras abandonase el sistema antiguo para afiliarse voluntariamente a la promesa del Sinaí. Y aquí es donde entra el talquino Mario Kreutsberger, Don Francisco, el entonces queridísimo animador de Sabados Gigantes.
Acababa el mismo 1978 de lanzar la beatífica Teletón, modalidad para recaudar plata copiada de la Telethon del comediante americano Joseph Levitch (82), alias Jerry Lewis. Este combinado de tele con maratón empezó a transmitirse en 1966 por el canal 5 WNYV pero en Chile, gracias a la bendición de Pinochet, arranca con cadena nacional radio y televisión.
¿Quien mejor que el Moisés de la tele para arrastrarnos al experimento? Por una suma no revelada lo arriendan a fin de que promueva en sentidas alocuciones las bondades de PROVIDA, la AFP a donde todos debíamos correr a afiliarnos antes que nos dejara el tren del progreso.
Sí, recuerdo su voz en esos mensajes como la víctima de atraco, la del pistolero. Tras sus repetidas apariciones en favor de dicha causa se produjo, apoyada por jaurías de promotoras en minifalda, una verdadera estampida de cotizantes clásicos hacia la modernidad, donde cada cordero a su turno había de ser descuerado.
Si bien las FFAA se abstuvieron de someterse al invento de los tragamonedas, la mentada AFP pasó a ser la de mayor cantidad de afiliados. Tantos, que el grupo Cruzat-Larraín la vendió como uno de sus más preciados activos y hoy forma parte del holding español Banco Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA).
Culparán a la crisis internacional, como si fuese una suerte de huracán de la naturaleza que asola a la humanidad. Pero Dios bien sabe que es obra del hombre, en particular de los altos ejecutivos de instituciones financieras que, movidos por el tercero de los siete pecados capitales la codicia o deseo incontrolado de bienes materiales actuaron fraudulenta e ilegalmente, salvando para ellos mismos millones de dólares en bonos y compensaciones que mantienen a buen recaudo.
De Lehman Brothers, por ejemplo, en septiembre pasado sus mandamases se escamotearon 639 billones de dólares; del Washington Mutual Savings Bank, 328 billones; de las AFP desde julio 2007, el 28.7% de los ahorros bajo su custodia y así, de mayor a menor, por todo el mundo, los ricachos que viven de plata ajena pelaron a quienes trabajan de manera decente.
En cambio quienes creyeron en Chile y se quedaron al amparo de instituciones probadas, tienen ahorros previsionales, sino espectaculares, mejores que los apostados en la ruleta de los apátridas.
Moraleja: desconfía de quienes codician tu plata, mira que luego vendrán a quitarte tu casa. Mientras tanto, no derroches en nada, absolutamente nada, que no sea zafarte de la hipoteca.