Pablo Huneeus
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LAS ABEJAS ¿QUÉ ESTÁN DICIENDO?
por Pablo Huneeus

“Lo que no es bueno para la colmena, tampoco es bueno para la abeja.” Marco Aurelio, emperador de Roma.

Hoy (domigo 19 de julio de 2015) vino don Iván de la Vega, el veterinario de abejas, a hacerles su mantención de temporada a mis regalonas.

Venía triste don Iván: un colmenar de cinco enjambres en la Dehesa, otros en La Reina y Peñaflor, en cantidades nunca vistas desparecidas. La abeja se aleja de su reina para morir, y en el último mes una tras otra caja, con sus respectivos panales (diez por piso), han ido quedando vacías, sin zánganos ni explicaciones adentro.

La radiación electro magnética (celulares, radio, TV), el polen de plantas transgénicas que traen pesticidas venenosos en la savia, el sílice que flota en el aire, todo puede ser, dice.

Ahora, cada domingo he de ponerme el overol blanco que las mantiene tranquilas –así me toman por santo– y darles hasta el fin del invierno su ración semanal del alimento. Enfermo que come no muere, es la idea.

APICULTORES DE EEUU PERDIERON 42% DE SUS ABEJAS EN UN AÑO.
Nota de Lucile Gimberg para Radio Francia Internacional. 16-jul-15

Las abejas, fundamentales para la polinización de nuestros cultivos, están en peligro. Esto no es una novedad, pero ciertas cifras deberían alertarnos: en Estados Unidos, las desapariciones de abejas han llegado a 42% entre abril de 2014 y abril de 2015. Es decir, casi 8 puntos más que en los 12 meses precedentes, alcanzando la segunda tasa más alta registrada hasta ahora.

Pero eso no es todo. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Maryland, financiado por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, en primavera y verano murieron muchas abejas, en plena época de actividad de las colmenas, lo que es una situación inédita.

Los seis mil cien apicultores que participaron en la investigación poseen 15% de las colmenas en Estados Unidos; perdieron 27,4% de las abejas durante la temporada activa, contra cerca de 20 % el año anterior. Entre las causas de estas desapariciones, los apicultores aficionados identifican un parásito, el ácaro varroa.

Las situaciones más graves –en las que las desapariciones superan el 60% de las colonias, según el estudio– se dan en el llamado "Cinturón de maíz". Es una región de grandes cultivos en Estados Unidos, conocida por el uso intensivo de pesticidas.

De hecho, en Europa y Estados Unidos el uso de una nueva generación de insecticidas agrícolas –los neo nicotinoídes–- empleados en el cultivo de cereales, como el maíz y el trigo, o de alfalfa para forraje, es cada vez más criticado por ser un factor clave en la desaparición de los insectos polinizadores en general.

Los ecologistas, los apicultores y algunos científicos denuncian esta tragedia, enfrentándose así a los productores del sector, en especial a los gigantes de esta industria, como Bayer o Syngenta.

No olvidemos que las abejas son un elemento clave del ciclo de vida en la tierra y que permiten la existencia de un tercio de nuestros alimentos. Y a veces más. Por ejemplo, ciertos cultivos, como los almendros, que en California cubren miles de hectáreas, dependen de las abejas de miel a un nivel de 90%.

Lunes 20
Primero usaron ratas de campo para detectar los gases invisibles que se acumulan al interior de las minas de carbón, especialmente el venenoso monóxido de carbono y el altamente explosivo “gas grisú” (metano + oxígeno) de que habla Baldomero Lillo en su libro sobre las carboníferas del Golfo de Arauco, “Sub terra” (1904).

Pero en 1910 los gringos descubrieron en los yacimientos de carbón bituminoso de Northumberland, que el canario era más sensible a los efluvios ocultos que el roedor, y el amarillo soprano en su jaulita de madera se convirtió en la mascota obligada de las cuadrillas que abrían nuevos frentes al fondo del pique.

Entre los hombres metidos en socavones a cientos de metros bajo tierra para extraer “el rey de los combustibles”, no faltaba el barreteador que le silbaba canciones al canario para mantenerlo animado. Si de repente callaba o moría el querido plumífero, de un soplido apagaban todos los mineros sus lámparas –con llama de carburo hasta mediados del siglo XX– y gateando en la oscuridad arrancaban lejos.

Cuántas vidas humanas salvaron no sabemos; sólo quedan algunas estadísticas de quienes perecieron a causa del aire enrarecido, siendo la más catastrófica de la historia la ocurrida al interior de la carbonífera Benxihu, China, el 26 de abril de 1947, cuando el gas grisú de un reventón dejó muertos a 1.549 hombres, muchos aún niños.

Los sensores digitales, la luz eléctrica, el desuso del carbón y la minería a rajo abierto, dejaron obsoleto al canario como detector de gases que el olfato humano es incapaz de percibir.

Pero la abeja, que es un instrumento olfativo de alta definición, con su masiva extinción, ¿nos estarán diciendo a los humanos que uno tras otro los edificios habitados van ir quedando vacíos, sin nadie a quien darle explicaciones?

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