EL REGRESO DEL YEDI *** (para todo espectador)
por Pablo Huneeus
¡Nominada al Oscar! La SuperProducción de 250 millones puestos por Moya, con la actuación especial de Donpino Vitalio, el inmortal malabarista de 27 películas y un día; Lucia la bella, madre e hija juntas for once; Malvina Snatcher, la del corazón de hierro; Michael Kaplan, el abogado vitalicio a 800 dólares la hora; aviones tanque Real Airplanes; efectos especiales de Alex Starfighter y música en vivo de la Wehrmacht ¡No se la pierda!
El Yedi, aburrido, viaja de incógnito a hacerse un lifting biónico. Dirigidos por el malvado mesonero, las huestes del mal lo atrapan de madrugada en pleno Imperio. Un mes por año de Poder Total le toca padecer en un calabozo londinense. Son días tristes, La Fuerza está vencida, desmoralizada. Sin patrón que los huasquee, los humanoides de Tontilandia proclaman rey a Richard Lakes, quien cree por un momento tener el Poder.
Pero el lacónico Luke discurre una estratagema para aguarle la fiesta: que el Yedi se haga el perro muerto mientras Starfighter moja la paja del establo con cuanto billete haga falta. To wet the straw, es la consigna de la operación secreta tendiente resarcir las arcas del laborismo.
De la base RAF Waddington en Linconshire, un jet 707 plomizo con la Fuerza en su interior comienza a taxear hacia el cabezal. Se detiene, uno, dos, ocho, nueve minutos. ¿Qué ocurre? ¿Una contraorden? ¡No! es el arcángel Michael, el de los 800 dólares la hora, quien ha llegado con una bandeja de regalo. La manda Malvina Snatcher en persona y conmemora la victoria de Francis Drake sobre la Invencible Armada en 1588, frente a Calais. "Your return to Chile ensures that Spain's attempt to impose judicial colonialism have been firmly rebuffed", dice de su puño y letra quien a sangre y fuego mantuvo el último bastión de colonialismo imperial en Latinoamérica.
Al fin, el 707 con nombre de ave de rapiña corre por la pista hasta perderse en los cielos grises del hemisferio norte. Pero el espíritu de Sir Francis se ha hecho presente en la cabina. Milico de tomo y lomo, en 1577 sale a servir al Imperio y luego de cruzar el Estrecho de Magallanes asola la costa chilena incendiando ciudades, saqueando iglesias y capturando barcos españoles, destacándose entre sus víctimas la ciudad de Coquimbo, donde hoy se recuerdan sus atrocidades con una estatua.
Durante su periplo, Drake ajusticia a su colaborador Tomás Doughtey, cuelga de un mástil al capellán, tal como en la faena de ayudar al guerrero vitalicio Angelo Sodano pierde su opción de ser Papa, Frei Bolívar se extingue, Insulza se quema, Matutes se hunde y el canciller Valdés cae.
Insuflado por tan edificante espaldarazo, a medida que se acerca al lugar del crimen recupera La Fuerza. Radiante, con perla en la corbata, luciendo elegantísimo terno oscuro, bañado por el sol matinal, se alza de su silla para gritarle al mundo: ¡Y que fue, ¡y que fue!. ¡Aquí estamos otra vez!
La banda irrumpe con "Los Viejos Estandartes" de Jorge Inostroza, música de Vicente Bianchi, para luego seguir con la marcha prusiana "Lily Marlene", tan querida por la SS.
La Fuerza ha vuelto, aprenden gerentes y directorios. ¡Adelante con el alza del pan y de la leche, arriba los intereses bancarios, y que prosigan los despidos, caramba!
"No es necesario pagar tanto", dice Neruda en Los Abogado del Dólar, "a estos nativos, sería torpe señores, elevar estos salarios. No conviene. Estos rotos, estos cholitos no sabrían sino embriagarse"…"El sabe quien es sobornable, él sabe quien es sobornado", agrega.
¡Espectacular! Al mejor estilo de los buenos tiempos, lo rodean comandos de boina negra en la cabeza y fusil de asalto en las manos. Sube a un helicóptero Puma de aspecto terrorífico, sí, el propio de los zarpazos, y rodeado ahora de tropas de infantería a lo Vietnam, con un escuadrón de aeronaves equipadas con ametralladoras .30 en ristre, sobrevuelan la capital de Reino, abrumando con su ruido hasta al mismísimo palacio de La Moneda.
Esa misma tarde, frente a simbólica calle Ejército -paradojas del destino- un añoso pimiento se cae de viejo sobre un piquete de uniformados que se había guarecido a su sombra, causándole la muerte al carabinero José Farías.
Moraleja: quien a un viejo árbol se arrima, mortal sombra lo cobija.