Urbi et Orbi 75. Calama, 9 de Abril de 2000
PACIENCIA PIOJO…
por Pablo Huneeus
El Domingo pasado difundimos por este medio un fax a la flamante Directora Ejecutiva de la Comisión Nacional del Medio Ambiente, Adriana Hoffmann, sobre la aberración de que se construya una fábrica de harina de pescado en la Punta Caicaén, Calbuco, junto a la capilla de la Inmaculada Concepción.
Como muchos amigos han manifestado su angustia por este nuevo atentado a la naturaleza, procedo a hacer un breve recuento de lo acaecido durante la semana, antes de emprender vuelo al desierto.
(Conocí Calama el siglo pasado, cuando era un poblado altiplánico rodeado de ranchas de quincha embarrada. Es otra hoy: paseos peatonales; "malls" con multitiendas; sendos Lomitones y bancos por doquier; nuevos colegios; parejas jóvenes que se han venido de Santiago a hacer familia; un estadio techado donde anoche el grupo "Sol y Lluvia" estremeció de ruido la ciudad; y una Feria del Libro donde la gente arrasa con las nuevas ediciones.)
Volviendo al tema: Adriana le encargó a Pablo Daud, de Conama estudiar el asunto. El viernes Daud me dijo que le estaban enviando a Pesquera Burca Ltda. de Talcahuano una nota recordándoles que no pueden mover una piedra del terreno ni plantar un solo fierro de la planta sin contar antes con un informe favorable de Estudio de Impacto Ambiental conforme a Ley de Bases del Medio Ambiente, instancia que no se ha efectuado aún, y en la cual se escucha, dicen, a la comunidad.
¿Y cómo, entonces, la Subsecretaría de Pesca le da esa patente de corso para hacer "in situ" harina y de un cuanto hay con 52 variedades distintas de la fauna marina? Equivale, explica Daud, a obtener permiso municipal para instalar una clínica: eso no implica que la autoridad sanitaria la deje funcionar.
La otra novedad es que el mismo viernes 7 a las 10 me recibió el Subsecretario de Marina, Angel Filflisch. Ordenó suspender la tramitación de la Concesión Marítima de la "yoma" para descargar pescado en la citada punta. Es una especie de muelle flotante desde donde se bombea directamente de las bodegas del pesquero la "biomasa" para harina de pescado.
Dicha concesión la estaría dando la Armada, autoridad absoluta sobre toda actividad en las aguas nacionales, a través de un organismo militar llamado Directemar. Acordó suspender la tramitación a la espera de que en virtud del Art. 9° del DS 660 sobre Concesiones Marítimas, los vecinos afectados y la comunidad cristiana del lugar fundamenten su oposición.
Ahí me encontré con Edmundo Pérez, quien fuera Ministro de Defensa hasta hace apenas unas semanas. Cuando le pregunté cómo había firmado esa concesión, verdadera sentencia de muerte para Caicaén, dijo "que no tenía idea." Son miles las cosas que le pasan a diario a un ministro para la firma y la mayoría ni las miran. Así se gobierna, pero entre broma y broma, dio con el argumento central de la trama.
-Por lo demás -dijo,-yo estoy por el progreso.
Es típico que la respuesta precisa se le ocurre a uno al otro día, pero igual vale para quienes crean que al defender una capilla o una playa bonita se atenta el progreso. En Calbuco hay una cincuentena de plantas procesadoras de productos del mar. Las conserveras, por ejemplo, son una de sus más viejas tradiciones, y además hay plantas de ahumado, salmoneras que exportan a todo el mundo, ostriculturas, y miles de pescadores y buzos mariscadores.
O sea, nadie le tiene miedo a una pesquera más y si trae trabajo y nuevas tecnologías, bienvenida sea. Pero cada cosa en su lugar, porque también la comuna tiene sus lugares sagrados, unos para curanto y jolgorio, otros para devociones y culto religioso.
Por eso, los empresarios de Talcahuano bien pueden instalar su negocio en otro lugar más apto, como Pargua, que tiene acceso directo a la Ruta 5, o la punta Yayeucha al norte de Calbuco, donde se evitan pasar camiones por medio del poblado.
Así todo la madeja se está enredando. En representación de los vecinos fui el lunes pasado a Valparaíso a interponer, patrocinada por un abogado porteño, una acción legal larga y complicada, que pronto detallaremos.
Un día entero de trámites, los honorarios del letrado, certificado de esto y lo otro, todo por una pelea que habríamos preferido no dar y que augura dilatarse en las Cortes.
Moraleja: ¡Paciencia piojo, que la noche es larga!