Urbi et Orbi 77, Domingo 14 de mayo de 2000
ADRIANA EN CAPILLA
por Pablo Huneeus
A las tres y media de la tarde del viernes 5 de mayo llegó Adriana Hoffmann a la capilla de la Inmaculada Concepción de Caicaén, Calbuco. El alcalde, varios periodistas, el fiscal Mateo Huenante, y algunos vecinos del sector aguardaban a la intemperie, mientras las mujeres de la comarca habían tomado posición en las bancas al interior de la capilla.
Estaba frío el día, es pleno invierno en estas latitudes y nubes cargadas de lluvia pasaban a vuelo rasante sobre las entumidas cabezas.
Adriana, como se sabe, es la líder, la persona símbolo de la conciencia ambientalista, en particular de la defensa del bosque nativo, y el presidente Lagos la nombró Directora Ejecutiva de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama), el organismo que unos acusan de "no hacer nada" por proteger la naturaleza y otros vilipendian por frenar el desarrollo industrial.
Es imponente ella. De cara despejada, con grandes ojos celestes y pelo gris de color natural, irradia una cierta fuerza de espíritu. Una bufanda blanca cae al largo de su abrigo verde cual estola de obispo.
Aunque le ofrecen asiento, se queda de pie frente al altar junto a las autoridades del caso. Es una capilla pobre, –imágenes de yeso, rosas de papel, paredes despintadas– toda de madera, y sin embargo tiene su ambiente. Habla primero el alcalde, Rubén Cárdenas, fueron primeros rumores, dice, de una simple "yoma" que iban a poner para descargar pescado, y luego por el Diario Oficial fuimos notificados de esta sentencia de muerte a la isla de Calbuco. Ojalá en el futuro los empresarios consulten al municipio, a los vecinos, antes de lanzar proyectos.
Mateo Huenante, el fiscal de la capilla, con la emotividad y vozarrón de un predicador curtido señala que la industria no respeta a Dios, que vienen los ricos a puro llenarse los bolsillos y nunca en las fábricas dan permiso para que la gente vaya a los rezos y devociones. Una fábrica aquí al lado termina con este rincón tan lindo que todos llevamos a pleno corazón, agrega, y con la fe cristiana porque ya no se va poder decir misa ni rezar a Dios con tanta sonajera y hediondez encima.
Los fiscales, recordemos, son los para-sacerdotes que instituyeran los jesuitas el siglo XVIII. Tienen familia, son del lugar, trabajan y en ausencia del misionero bautizan, dirigen el culto dominical y hacen los responsos fúnebres.
De atrás, Sonia Pérez, habló por el taller de Turismo Rural patrocinado por el INDAP, organismo del mismo Ministerio de Agricultura que autorizó cambiar de agrícola a industrial el uso del suelo y les liquidó con ello el turismo. Son una veintena de mujeres que recibieron créditos y capacitación para instalar en la playa frente al predio en cuestión una cocinería que ofrece curantos, corderos al palo, pan amasado y bebidas a los cientos de visitantes, en su mayoría gente modesta, que a diario llegan en verano a disfrutar de este hermoso paisaje, de los pocos que van quedando donde no cobran por entrar. Pues bien, con la fábrica todo eso se acaba, como también se acaba, por la contaminación, la posibilidad de mariscar. O sea nos quitan, dice, el esfuerzo que nosotras mismas hemos hecho de tener un sustento digno e independiente, además de estropearle la calidad de vida (textual) a tanta gente que viene a descansar en familia.
Adriana explicó que esto todavía no ha llegado a Conama, que requiere estudio de impacto ambiental y que a su momento se ha de tomar en cuenta el sentir de la comunidad. No fue terminante, y no está en sus atribuciones serlo, en afirmar que la fábrica no se hace. Pero escuchó. Por fin, alguien de gobierno que escucha a la base, porque ni el Subsecretario de Pesca que firmó la sentencia de muerte para Caicaén, ni el Ministerio de Defensa que da "sin tener idea" la concesión de la "yoma", ni el Ministerio de Agricultura que autoriza el cambio de uso de suelo, se han acercado a consultar el sentir de los vecinos.
Menos, los empresarios que mueven todos los hilos.
La moraleja es que todos en cualquier parte estamos expuestos a una antena de celular frente a la ventana, a un matadero de chanchos en la puerta o a una fábrica de harina de pescado en el escondite último que elijamos para los años dorados.
De esta experiencia se aprende, también, que el fondo de la cuestión ecológica es la disputa de ricos y pobres por los mismos recursos. Jureles, alerzales milenarios, lugares bonitos, todo lo quieren para ellos y el primer paso es aventar de ahí a los campesinos, pescadores artesanales, e indígenas. Y la pelea si ha de ganarse es porque así como los mapuches domesticaron el caballo para combatir al español, los calbucanos aprendimos a usar armas de rico para defender nuestro entorno: abogados, resquicios legales, "lobbying" de alto nivel y sobre todo, perseverancia.
Aparte de las 871 firmas ante Notario que se han recolectado contra la pesquera Burca, ya fue declarado admisible el recurso de protección que interpusimos ante la Ilustre Corte de Apelaciones de Valparaíso, donde un muy hábil abogado la sigue y la persigue. Está Conama comprometido y sendos oficios han llegado al piso 20 del Edificio Diego Portales (Subsecretaría de Marina) con los fundamentos de la oposición que hace Calbuco a la "yoma".
Viene la impugnación del cambio de uso de suelo, lo que puedan hacer los parlamentarios de la zona, la intervención de la autoridad eclesiástica y las gestiones ante el consorcio extranjero que hay tras las bambalinas.
Nuestro peor enemigo es el fatalismo, la resignación, la idea que no hay nada que hacer contra la gran empresa. Por eso quienes se interesen en seguir en detalle el caso, o aprender de esta experiencia para su propia defensa, el Recurso de Protección, el oficio al Ministro de Defensa Nacional, y la correspondencia con Conama se encuentran en http://www.pablo.cl bajo el acápite "Artículos anteriores".
Ánimo