Urbi et Orbi 80. Domingo 25 de junio de 2000
ALGUIEN TIENE QUE PAGAR
por Pablo Huneeus
Cuando un barco atunero abandona en alta mar a uno de los botes que le ayudan a pescar, es porque ese barco se ha dado vuelta de campana o se ha ido a pique.
Del mismo modo, si la Universidad de Chile abandona su editorial, como la ha abandonado a manos de acreedores, es porque ha perdido su capacidad de respuesta y en el vendaval de privatizaciones le espera la misma suerte de los fondos de pensiones, de la salud pública, de las hidroeléctricas nacionales, y de los otrora gloriosos Ferrocarriles del Estado.
En efecto, así como camioneros y buseros prosperan en la medida en que el Estado abandona el transporte ferroviario, el hundimiento de la principal universidad abre espacio a la audacia empresarial. Entre los restos náufragos destacan estupendas propiedades, famosas facultades, excelentes equipos y opciones de ceder en "franchise" marcas tan prestigiosas como Facultad de Medicina o Escuela de Ingeniería, que bien pueden ser entregadas a concesionarios, cual McDonalds o "Autopista del Sol".
Por eso, la ocupación que hace Santiago Leasing de los talleres de la editorial (Orbi et Orbi 78) más la instalación en la casa matriz de una Junta de Acreedores liderada por el Banco Sud Americano, puede considerarse un ensayo general de desmantelamiento total no de la Editorial, sino de la Universidad completa. En tiempos de rectores decentes, como don Juan Gómez Millas, el mismo Edgardo Boeninger o Juvenal Hernández, la banca jamás se habría atrevido a eso, además que nadie había creado las condiciones para tamaño desacato a la sapiencia. Menos, durante la rectoría de don Andrés Bello (1842-65), o de su sucesor, el jurista Jorge Huneeus, quien ni siquiera cobró sueldo por servir a la Universidad.
Además de formar, –desde Manuel Montt a Ricardo Lagos– a cuanto Presidente democrático haya habido, y de ser el eje de la ciencia, de las profesiones y de la cultura del país, por ciento cincuenta años seguidos mantuvo sus cuentas claras, bajo un manejo financiero sobrio y honrado.
¿Cómo pudo una de las mejores universidades de habla hispana ser violentada de esa manera? ¿Cuándo y donde perdió su ascendiente moral? ¿Quién fue?
Está su mesocracia directiva, las mafias políticas, su burocracia interna, los profesores "a chorro" que no están nunca, el furor estudiantil, el chaqueteo a docentes innovadores etc. Todo contribuye al desastre, pero en última instancia, de quilla a perilla es el capitán quien debe responder, y tratándose de averías ocurridas entre 1990 y 1998, mientras el Dr. Jaime Lavados oficiaba de Rector, es un deber de conciencia indagar lo sucedido.
Nunca antes le habían cobrado tanto a la juventud por estudiar. Sin embargo, aparte de la evaporación del contante y sonante de la Fundación Puelma, son al menos tres querellas referidas a manejos financieros durante ese período las que se ventean en tribunales:
1.- La incoada en el 19° Juzgado del Crimen por la Universidad y la Editorial "contra quienes resulten responsables" del delito de estafa y adulteración de instrumento público. Se inicia por la sospecha de que las utilidades de la Editorial fueron falseadas a objeto de dar lugar a mayores compensaciones en dinero al protegido de Lavados. Por la Universidad la causa la lleva" ad honorem" el abogado y catedrático de Derecho Penal, Hugo Rivera, de reconocida experiencia en el área de delito económico. A efectos de establecer las verdaderas utilidades se designan peritos judiciales quienes al revisar las cuentas descubren irregularidades por 1.434 millones de pesos.
2.- La entablada en el 17° Juzgado del Crimen por el doble "factoring" (pedirle a dos bancos 400 millones contra una misma factura). La lleva Raúl Arévalo, y ahí un banco involucrado (Bice) pide la quiebra de la Editorial.
3.- La del 16° Juzgado del Crimen, patrocinada por el Director de la Escuela de Derecho, Davor Harasic, contra el vicerrector financiero Patricio Basso, en la cual se aducen perjuicios de 500 millones a la Universidad. Dice la prensa: "El fraude se habría realizado durante la gestión del ex rector Jaime Lavados, cuando la universidad compró un sistema computacional a una empresa extranjera que resultó un completo fracaso; la adquisición se hizo saltándose una licitación y contra el consejo de directivos del área
informática, además que las boletas de garantía caducaron y nunca nadie las
renovó" (La Segunda, 22-VI-2000)
Por su parte dormida, pero no olvidada, yace la impugnación que hicieron en 1995 los abogados Ramón Briones y Hernán Bosselin al traspaso del Canal de Televisión de la Universidad a capitales venezolanos vinculados al grupo Cisneros. El rasquerío y ramplonería del canal 11 "ChileVisión", que por ley pertenece a la Universidad, rememora a diario el efecto de la mano negra en la cultura.
Los estudiantes evitaron que despojara a la Universidad de su radioemisora y los científicos salvaron el observatorio astronómico Cerro Calán de terminar en negocio inmobiliario.
Estamos, pues, ante una profunda crisis, por no decir naufragio, de la mayor universidad del país, la que necesariamente arrastra consigo al resto de la flota. En estos momentos hay 41 mil universitarios en huelga contra un sistema perverso de educación superior. No puede haber impunidad en los manejos de la ciencia y la cultura, por el bien del espíritu tiene que aclararse esto. Lo dice el lema de nuestra Alma Mater: "Post Tenebras Lux" (Luego de las tinieblas, la luz).