Urbi et Orbi 82, domingo 23 de julio de 2000
LOS DEDOS DE LA MANO
por Pablo Huneeus
La cantina de barrio es para la industria cervecera lo que la escuela rural para el negocio educacional: la base de todo el andamiaje. Por eso, grande fue la alegría cuando en la prueba Simce de noviembre pasado los niños de una localidad perdida entre Renaico y Rehue alcanzaron niveles de conocimientos comparables a los de Francia. Ubicada al pie de la cordillera de Nahuelbuta, cerca de un afluente del Bío–Bío llamado río Vergara, distante unos 38 km. de Mulchén, la Escuela Pública (y gratuita) Santa Emilia superó a todos los colegio, liceos y academias de la copia feliz del Edén. Su alumnado campestre sabía más álgebra, química y filosofía que el de la estresante ciudad.
Mulchén se convertía así en la demostración metafísica de la cacareada Reforma. Visitas de dignatarios, entrevistas a su esforzado magisterio, y el Alcalde, conmovido, le da cien mil pesos a cada profesor de la laureada escuela y botas de goma a sus estudiantes.
Entra el factor conciencia, moralidad. Los hijos empiezan a contar que el resultado lo deben a la gentileza de la profe de indicarles con el dedo la alternativa correcta. El índice para la A, el medio para la B, y el dedo anular cuando procede marcar C. Seis padres, seguramente inspirados en el principio socrático de que es la educación, no las botas, lo que libera del barro denuncian el fraude. Son las virtudes de la democracia, ya no hay tanto miedo, la prensa se atreve.
Y por eso mismo se ha venido a saber que al otro extremo del aparato educacional chilensis, en esa alfombrada cúspide de la cultura institucional que es la rectoría de la Universidad de Chile las cosas se estilan con parecida moral. A las tres causas en distintos Juzgados del Crimen en que aparece involucrado su anterior rector, hoy embajador ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) se ha sumado esta semana el informe 103/2000 de la Contraloría General de la República sobre su manejo financiero de la Editorial Universitaria.
El dedo índice aquí es para trucar balances y repartirse utilidades inexistentes. El medio para cubrir la mala gestión con préstamos bancarios, el anular para operaciones de "factoring" por las cuales se esfuman unos 400 millones, y el meñique para asesorías brujas.
"Durante el período 1955 a 1998 se cancelaron M$ 40.986.- a ‘Inversiones Octay Ltda.’, por servicios de asesoría administrativas y financiera en evaluación de proyectos e intermediación en obtención de créditos,.. Al respecto se comprobó que la mencionada entidad es de propiedad en un 99.9% del señor Rodrigo Castro Cuevas, quien se desempeñaba en ese lapso como gerente general de la Editorial Universitaria S.A. Además, se constató la inexistencia de antecedentes que acreditaran la autorización de estos servicios por el Directorio de la sociedad y no hay evidencias de su efectiva prestación…"
El dedo gordo en este caso es para saquear la Fundación Guillermo Puelma, fundada en 1938 con un legado de bienes destinados al Laboratorio de Fisiología de la Escuela de Medicina. La administra el rector de turno.
"Precisado lo anterior, es posible indicar que en el mes de diciembre de 1995, la Fundación disponía de M$ 448.586.- en acciones transables en la Bolsa de Comercio, las cuales fueron vendidas en dicho período, por decisión del ex Rector de la Universidad, señor Jaime Lavados Montes, Presidente de la Fundación, a través de ‘Luis Lira y Compañía, Corredores de Bolsa’, obteniendo recursos por M$ 441.763.-"
Si bien Contraloría constata que los fondos fueron depositados en cuentas bancarias de la Universidad y al Decano de Medicina la autoridad superior le informa que los valores obtenidos de la venta de títulos fueron colocados en depósitos a plazo, "el examen practicado en la Universidad para verificar esta afirmación permitió establecer su inefectividad, por cuanto no existen antecedentes de depósitos por el monto a que asciende la venta de acciones."
Sigue una definición clásica del delito de malversación. Relata el informe cómo Lavados "transfirió a la Fundación Puelma, representada por él mismo, 7.514.691 acciones de la serie A, de la Editorial Universitaria S.A. que comprendían el 20,78% del capital que la Universidad poseía en la Editorial."
Dichas acciones no se transan en la Bolsa, por lo que "Como precio de la compra se fijó la suma de M$ 469.968, … El valor citado se estableció tomando en consideración los dividendos que había generado la empresa, las cuales, conforme se ha establecido, se fijaron sobre la base de utilidades inexistentes.
Para llevar a cabo esta transferencia, fue necesario efectuar la modificación de los estatutos de la Editorial, toda vez que no permitía que inversionistas fueran fundaciones de derecho privado…"
Faltaron dedos para apuntar el reparto de doscientos millones de utilidades infladas a propósito. Las conclusiones del informe son lapidarias, tanto que procede ahora al Consejo de Defensa del Estado actuar. O sea, metidas en el barro una mano no lava la otra.