Aquí hay una estupenda crónica de Pablo Huneeus, ideal para leer camino al trabajo y mientras en viaje de negocios te quedas en Liverpool hotels. Esperamos que la disfrutes y quieras en adelante conocer más de su obra.
Si quiere saber más del personaje mismo vea en el menú principal la sección Who is he?. Confiamos en que Vd. también apreciará cómo la inteligencia y el talento de este hombre se reflejan en su habilidad para contar historias. |
LAS TEJUELAS INVISIBLES (12-XII-2000)
por Pablo Huneeus
"El más alto de nosotros le llegaba a la cintura" dice el escribano de la expedición de Hernando de Magallanes, Antonio Pigafetta, del primer habitante que encuentran en el cono sur del continente americano. Se refería al gigante de grandes patas de ahí el nombre Patagonia que un día de 1520 apareció en la rada donde capeaban un temporal. Gesticulaba y bailaba indicando algo hacia el cielo. Lo engrillan, lo bautizan con el nombre de Juan y encadenado se lo llevan a la muerte por escorbuto y desesperación que habia de acaecerle a la semana de surcar el galeote del gran capitán el océano Pacífico.
Se inicia así la larga tradición de plumistas europeos Alonso de Ercilla, Shakespeare en "La Tempestad", Darwin, Julio Verne, etc. que la usan de inspiración.
Pero ¿qué dicen de su tierra los que viven ahí? ¿Cual es el sentir interior de esa gente que empieza donde termina el tejado? Incapaz la teja de greda de resistir tanta lluvia, hay un punto camino al sur donde los techos comienzan a ser de tejuela, esa palmeta de alerce labrada con hacha. ¿Qué sienten los nacidos y criados bajo la noble tejuela? Así como los buenos vinos maduran en madera ¿tendrá otro sabor la poesía horneada en estufa a leña?
En la Feria del Libro de Chaitén tuvimos ocasión de degustar la naciente literatura de la región. Son las "tejuelas invisibles" de que habla Francisco Ojeda, profesor de la isla Chulin, trozos escuetos, precisos como el hablar del sur, que parecen labrados con cincel.
Bernardita Hurtado, por ejemplo, vive en una estancia ganadera de Palena, a orillas de un río llamado "El Malito" por sus súbitas crecidas. De su casa se ve un nido de cóndores. "Porque en este lugar la felicidad no se acumula en bienes, se guarda en las nubes y en esas manos que sirven a todos
"
Ramón Quichiyao, en cambio, vive en Futrono, frente al lago Ranco, rodeado de bosques naturales que suben por los macizos andinos hasta abrazar la nieve. Nos cuenta en su libro "Cordilleranos" de un enano lector que encastillaba tablas en un aserradero de montaña y que un día llega muy ufano de la ciudad con "unos diarios y unas revistas" que ha comprado.
"El domingo por la mañana, cuando los hombres salieron de sus casas, recién lavados, recién afeitados y se dirigieron al muelle a conversar de sus grandes y pequeñas cosas se encontraron con Fernandoy, que sentado sobre unas maderas examinaba distraídamente las hojas amarillentas de un periódico.
Poco a poco los hombres comenzaron a rodearlo y poco a poco también empezaron a demostrar cierto interés por aquello que mantenía tan entretenido a Fernandoy.
¿Son buenas las noticias Fernandoy? preguntó uno.
¡Más o menos no más! respondió éste con tristeza.
¡Lee Fernandoy! clamaron impacientes todos.
Y Fernandoy leyó:
"Pronto la harina subirá algunos pesos. Colo-Colo volvió a ganar, no hay nadie que lo pare. Se enfermó de asma el flaco Alberto. Acorralan en Santiago a peligroso bandolero. En Europa los hombres andan con melena. Los mejores trabajadores de Chile se encuentran en la montaña. Nos tocan siete mujeres a cada hombre. Un tren se dio vuelta de carnero, los muertos se cuentan por centenas
" y yo que estaba encaramado a la espalda de Fernandoy le soplo al oído:
¡Fernandoy, no sabes leer, tienes el diario al revés!
El hombre pequeño, molesto por mi intromisión me mira de reojo y me lanza una feroz exclamación.
¡El que sabe leer, lee como quiere, huacho de porquería!"
Y del profesor rural de Isla Chulín, una de las seis del grupo Desertores, "el archipiélago donde los barrancos tienen unas grandes orejas de pangue para escuchar al viento":
"Cuando nací: llovía en Chiloé. La lluvia eternidad blanca. Llama cotidiana por donde mis ojos salieron a recorrer los primeros seres. Y tú estabas desnuda en el agua, el cielo sostenía tu cabeza, tus manos eran dos goteras que crecían. Y el aguacero trajo a nuestros padres, y a nuestros hijos, para que el amor fuera para los dos..."
"Algo que llaman tiempo pasó por esas colinas.
¿Cómo salir de esas colinas y árboles que entran a tus ojos?
Hay un rumor a espuma o a polen que no quiere morirse y algo que llaman tiempo se viste de alegría como una fiesta del viento, recorriendo los potreros y la blancura de las sábanas recién lavadas por las manos de mil lavanderas."
Son estas verdaderas tejuelas de la literatura, piezas para armar libros de exportación. Si los jesuitas a punta de maderas nativas hicieron las iglesias de Chiloé que hoy son patrimonio cultural de la humanidad ¿por qué no otro tanto con la narrativa local?
Las ferias de libros que han comenzado a hacerse en pueblos apartados llevan la producción de las grandes editoriales. Está bien, pero su finalidad última ha de ser auscultar talentos regionales, audicionar voces juveniles y servir de espacio para presentar el cuaderno entintado junto al fogón.
En Chaitén, por ejemplo, más que una expo cultural, es un manto de amistad que le tienden al escritor invitado. Visitas al liceo, parrilladas, reuniones con el taller literario, paseos a las termas, vinos navegados y noches de tertulia al son de la guitarra, se suceden sin parar. Y hay un afán latente en todo esto, de mostrar lo que se hace.
Es impresionante la cantidad de coros, de grupos de danza, talleres de poesía y de bandas de música que puede haber en una comunidad de apenas cuatro mil almas.
Por eso, uno da sus peroratas, pero va más que nada a escuchar, así como a su tiempo un viñatero tuvo a bien escuchar a un niño con dedos para el piano llamado Claudio Arrau que había en Chillán, e impresionado mandarlo a Santiago.
Curioso, tal como Arrau destacó primero en su pueblo natal, tiene alguien que enganchar con los suyos antes de saltar al gran mundo. Es también el caso de Isabel Allende, el portento super ventas mundial en cuarenta y más idiomas. Primero se gana el corazón de los lectores de una revista femenina Paula para luego, de novelista internacional, seguir siendo profeta en su propia tierra. En Chaitén se arrebataron los "Retrato en Sepia" que llevó Dina Castillo.
¿Cómo hacerlo amigos del magisterio, escritores en ciernes y poetas por nacer? Ya lo dijo Tolstoy: "Describe bien tu aldea y serás universal".
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