Pablo Huneeus
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LA DEMOCRACIA REDEFINIDA
por Pablo Huneeus

Al ver un ceremonial de Gobierno, como la faramalla del discurso presidencial el 21 de Mayo ante la clase política, uno queda apabullado por la precisión, falta de espontaneidad y dureza de todo el ritual.

Tanto, que al ver al ciudadano de banda tricolor que oficia de

Presidente de la República, cabe preguntarse si él manda o es mandado. Rodeado de tanta cara adusta, de tanto fusil, y de tanto petimetre encorbatado, parece más un prisionero de la seguridad de gobierno que un ser libre.

Y ese aparato de gobierno quiere siempre en estas ocasiones demostrar su potestad, su incontrarrestable poder sobre la gente, en la forma de un espectáculo demostración de su capacidad represiva. Carga de caballería, cañones de agua, carabineros robot, todo vale para mostrarle a las cámaras el peligro de sacar la voz.

Así todo, esta vez un estudiante se coló a la sala en la cual el Presidente le hablaba a su dilecta corte, y reclamó a viva voz contra las injusticias del intercambio de educación por plata que hoy caracteriza la enseñanza superior.

No olvidemos que estamos hablando del Parlamento, el lugar donde se supone se parlamentan (hablan) las cosas. Igual, su reclamo estaba fuera de protocolo y el estudiante, como en tantas ocasiones ocurre, fue removido por las fuerzas de gobierno.

Alcanzó sí, a lanzar un grito que nos lleva a un tema clásico.
– Esta no es la democracia que esperábamos, –aulló mientras era sacado en vilo.

En lo que parece fragmento de un diálogo socrático, Lagos le espetó una frase para el bronce: “Democracia es que usted pueda estar en las calles gritando, mi amigo. Por eso luché.”

Fíjense, qué hermosa definición de gobierno del pueblo: Ud. en la calle, lejos, puede chillar todo lo que quiera y con mi patronal protección; “mi amigo” le dijo tal como “mi amigo” le decía el dueño de fundo al peón.

Y decimos para el bronce, porque esa definición se inserta en la lista de otras dadas a lo largo de los últimos milenios. Por cierto está la de Winston Churchill: la forma menos mala de gobierno. También las hay menos cínicas y más geniales como la de Teseo, en “Las Suplicantes” de Eurípides, cuando un extranjero le pregunta quién es el rey (tyrannos) de Atenas.

–Nuestro Estado no está sujeto a la voluntad de un hombre, –le responde Teseo, –pues somos una ciudad libre. El rey aquí es el pueblo, y todos gobiernan por turno. No le atribuimos ningún poder especial a la riqueza (poder económico), y la voz de un pobre comanda igual autoridad que la de un rico.

Platón, por su parte, considera intrínseco a la democracia la igualdad de derechos con los pobres, aunque sean estudiantes, y la libertad de expresión, sobre todo en la “ekklesia” que es la asamblea donde se reunían los atenienses a discutir sus asuntos. En efecto, en el libro VIII de “La República”, cuando Adimanto le pide a Sócrates que defina democracia, éste empieza diciendo que cuando los pobres triunfan el resultado es democracia.

Y para caracterizar el ambiente de tal forma de gobierno, agrega:
–Ante nada son libres. La libertad y el hablar con franqueza (parresia o libre expresión) andan por todas partes; cualquiera puede decir lo que quiera y hacer lo que quiera. Siendo así, cada hombre organiza su vida como le plazca.

Pero no estamos solos en esto de darle al mundo lecciones de democracia. Los mismos días en que Lagos de Chilelandia, ofrecía su magistral definición, Mswati III, rey de Swazilandia, África, brindaba la suya. Según informa la revista “The Economist” al celebrar sus 30 años en el trono dijo: “La democracia no es buena para nosotros porque Dios nos dio nuestra propia manera de hacer las cosas.” Un clérigo acotó que si el pueblo tiene el derecho a elegir sus líderes, siempre elegirá el mal. Y para que no digan que en ese reino se gobierna al lote, Su Majestad acaba de mandar a hacerse a Londres una constitución a medida.


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