Pablo Huneeus
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LA CENSURA CONTRATACA
por Pablo Huneeus

“Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de comunicación.”
(Declaración Universal de Derechos Humanos, 1948)

A continuación, tres gotas que rebalsan el vaso de la paciencia, sobre todo en lo que a libertad de expresión se refiere.

Primera, esta carta, nunca publicada, ni siquiera en atención al elemental derecho a réplica que tiene un ciudadano aludido.

Señor don
Agustín Edwards Eastman
Director,
Diario El Mercurio ( cartasaldirector@mercurio.cl )
Santiago.

¡QUÉ SUSTO!

Señor Director,
En la edición del 11-XI-03, se informa que el partido Unión Demócrata Independiente, UDI, prepara una querella en mi contra.

¡Qué susto! Se me viene encima la fuerza política más enérgica y pudiente del país, la que congrega a tanto palo grueso del empresariado, la que copa las calles con gigantografías de sus candidatos, y la que no trepida en embestir a una dama parlamentaria que hidalgamente defiende a los niños.

Y todo eso, encauzado por uno de los más influyentes abogados del reino, don Miguel Alex Schweitzer en persona.

Tiritando de miedo arranco al bosque y como está de moda invocar espíritus, hago mis sahumerios. Pero en lugar de Ulises, el de los pies ligeros, se me aparece Polonio, el chambelán de Hamlet, cuando aconseja a su hijo Laertes: “Cuida de meterte en riñas, pero cuando estés en una, haz que tus oponentes se cuiden de ti.”

Segunda gota, la entrevista que me hiciera Tomás Cox para el Canal 4, Red Televisión en un salón especialmente dispuesto del hotel “Regal Pacific” de avenida Apoquindo. A pesar de los imponentes leones de bronce que luce a la entrada, símbolo de valentía, la entrevista fue censurada de cuajo, entera, y ni el sábado 15 de noviembre, fecha para la cual estaba programada, ni en otra oportunidad se atrevieron a darla. Tanto Tomás como la productota que me invitó en nombre de la Red, María de la Luz Krstulovic, me informan que la decisión fue del Gerente de Producción de dicho canal, Iván Varas, cuyo directo ya me lo sé de memoria (385 40 04). Como es propio de todo cobarde, nunca salió al teléfono las cinco veces distintas que lo he llamado para exigir una explicación o adecuada indemnización por daños morales.

Conste que fue a pedido de ese canal, absolutamente ad honorem, que entregué contenidos novedosos, como es mi calidad de reservista en el grado de cabo primero, operador de la ametralladora “Bren”, del ejército de Su Majestad Británica. Esto, por haber hecho los dos últimos años de colegio en Inglaterra y en ese tiempo se hacía el servicio militar al finalizar la educación media. Encima, terminada la entrevista les pregunté si anduvo todo bien ya que estaba dispuesto a grabar o corregir lo que fuera si hubo una falla. En absoluto, me dijeron, super entretenida, a la pinta, gracias etc., etc.

Entretanto, el ente censor de la televisión chilena, el Consejo Nacional de Televisión, mortificó al Canal 13 de televisión con una azotaína de 60 UTM ($1,7 millones) por lesionar la dignidad del millonario Claudio Spiniak Vilensky, al mostrar su arresto por cargos de pedofilia. Esto es una violación flagrante del artículo 19 de la Declaración de Derechos Humanos arriba citada, pues todo individuo tiene derecho de recibir informaciones sin limitación alguna de clase social, horario, edad o contenido.

Además ¿qué me dicen de la dignidad de los niños abusados? Mientras Lavín sale hasta en la sopa ¿les dan cámara a los pobres para que cuenten a cabalidad su historia?

Y la tercera gota que rebalsa el vaso de la paciencia es la actitud de mi familia extendida, vale decir hermanos, tíos santurrones y primos clericales, cuya actitud ante la pedofilia prefiero, más que sea para no enlodar esta página, no comentar ahora.

Todo esto, y mucho más que viene en camino, apunta a encubrir el derecho a pernada que la clase alta cree tener sobre la gente humilde, como si el país fuera un fundo donde nadie más que el rico saca la voz.



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