Pablo Huneeus
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Pablo Huneeus

GANA LA MICHELLE
por Pablo Huneeus

Ayer, jueves 8 de diciembre, recorrí a pleno sol (es distinto de noche) el espinazo de Chile en lo que va de Calbuco a Vitacura. Era el día de la Inmaculada Concepción, y al ver desde temprano las procesiones de creyentes que se forman cada tantas parroquias, sentí que Michelle Bachelet gana al primer round la elección presidencial del domingo once.

Los primeros sesenta kilómetros hasta Puerto Montt son por camino normal, entre camiones tronqueros, que ni para el día de la Virgen Santísima dejan de voltear araucarias, y mini buses que van recogiendo gente pobre apostada en los paraderos rurales.

En Puerto Montt, previo pago de peaje, se empalma con la autopista, la nueva carretera de acceso restringido, flamante serpiente enrejada que evita todo centro poblado y contacto con el campo para llevarlo a uno soplado al barrio alto de Smogtiago.

Me vine empopado con un viento sur que hacia difícil mantener la camioneta bajo los 120 kph reglamentarios, pero así todo, corriendo por ese acerado ghetto de modernidad, se siente el tam tam profundo del pueblo primitivo que somos.

Por mucho que uno ponga la ópera “Die Zauberflöte” de Wolfgang Amadeus Mozart para sentirse en otro mundo, aparece la realidad de la mayoría. Ora en bicicleta, ora en carretela, unos a pie con flores a María, otros empujando sillas de ruedas con abuelitas y niños enfermos, toda esa muchedumbre en busca de alivio parece tan indigente como indígena.

El culto a la deidad femenina es de los más arraigados en el alma nacional y se celebra en cientos de templos y ermitas. Si nada más que al santuario de Lo Vásquez, informa Carabineros, acudieron 600 mil personas a pagar mandas, deben ser sobre tres millones de ciudadanos las que van para la ocasión a los demás tabernáculos de marianismo que hay por todo el país.

Eso, en circunstancias que una concentración política con cinco mil asistentes es considerada un éxito de convocatoria, aún cuando muchos vayan más por los payasos de la comparsa que por escuchar al candidato.

En todo el camino se ve la gente yendo y viniendo al culto, siempre contra el ominoso fondo de volcanes nevados que bajo su blanca túnica juntan rabia para entrar en erupción, como lo hace cada tanto tiempo el pueblo chileno.

El Villarrica, a la altura de Temuco, echa unas fumarolas de advertencia. Los demás se ven tranquilos, por ahora. En San Javier se divisa una multitud compacta camino al cerro de la Virgen.

LA CAMPAÑA DEL DIENTE BLANQUEADO

Lo que unos llaman “campaña política”, en el terreno mismo es una exhibición de dientes blanqueados. Los inmensos afiches que vemos entre propagandas de fertilizantes Bayer y de motosierras Stihl, son siempre de sonrisas, más forzadas unas que otras. Y lo que hacen al retractar sus labios es ostentar el trabajo de las exclusivas clínicas odontológicas que implantan dentaduras postizas a los cantantes, esas demasiado blancas, demasiado parejas, para ser verdad.

¡Vean mis dientes!, parecen decir, la media mascada que me apronto a dar.

Los únicos candidatos que me parecieron tener los incisivos y colmillos que corresponden a su edad son Camilo Escalona en la provincia de Llanquihue y Andrés Allamand a la altura de Vadivia. Pero ¿qué hacen ahí, si uno es de San Miguel y el otro de Vitacura?

A orillas de la autopista han aparecido ya varias animitas, recordatorias siempre de muertes violentas. Una, con la forma de antena de celular, seguramente en memoria de un obrero que cayó de arriba cuando la instalaban.

Por la radio dan los resultados de la última encuesta CERC que dirige Carlos Huneeus: Bachelet 46%, Piñera 25%, Lavín 21%, Hirsch 7%. Habla Carlos, que es un científico del fenómeno político, para explicar las características del muestreo trietápico, con sorteo aleatorio estamental, todo muy metodológico y estadístico. Concluye la nota con una comparación que hace con la reciente elección en de Angela Merkel como canciller de Alemania.

EL PUENTE DE LAS ANIMAS

¿Y el puente, Carlos? Tu encuesta es antes del accidente en el cual murieron cinco devotos de la Michelle al caer al río Maipo el bus en que viajaban desde Temuco a vitorearla.

¿No recuerdas acaso ese magnífico libro de Thornton Wilder “El Puente de San Luis Rey”? Es la historia de un puente incásico entre Cuzco y Lima, siglo XVIII, que un buen día y sin motivo aparente, se cae arrastrando a la muerte a cinco viajeros: una dama de alta alcurnia, un marino llamado Esteban que iba a embarcarse en su galeón, un cura, la actriz de moda y un chasqui aymará.
Fue considerado un presagio, la ira de Dios, un mandato de las fuerzas ocultas que habían de provocar una profunda impresión.

“Se hizo un gran funeral en la catedral. Recogiéronse aproximadamente los cuerpos de las víctimas, y aproximadamente también se separaron unos de otros, y hubo en la hermosa ciudad de Lima gran examen de conciencias. Criadas de servir devolvieron los brazaletes que habían robado a sus señoras, y algunos usureros dirigieron a sus mujeres coléricos discursos defendiendo la usura.”

¿No es lo mismo hoy?

Teniendo a la vista una sociedad animada en su base por la religiosidad popular, el logos metodológico, frau Angela Merkel y el muestreo trietápico me suenan como la soprano Gundula Janowitz haciendo de Pamina en la ópera mozartiana. Lindo, pero ná que ver con el kultrún de tierra adentro.

Es lo que va de Huneeus a Huineo, el cara y sello de nuestro linaje querido primo, la doble militancia entre el razonamiento aristotélico y la cultura huachaca. Y es en este último nivel, donde tanta gente cree en el sacrificio ante ídolos de yeso, que muchos indecisos el domingo han de ver en la Michelle su virgen María, madre no de un hijo muerto en la cruz, sino de cinco que cayeron del puente por nosotros.


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