Pablo Huneeus
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LA EMASCULACIÓN DEL PADRE
por Pablo Huneeus

Quizás en tus alucinaciones de juventud soñaste con ser algún día padre de familia como Dios manda: el Adán que pone fuerza junto a una Eva que da corazón. Inteligencia e intuición, disciplina y sensibilidad, sístole y diástole para guiar unidos a vuestros hijos hacia una vida plena. Familia nuclear, se llama eso.

“Amigo de sus amigos”, habías leído en las “Coplas por la Muerte de su Padre” de Jorge Manrique (1440-1479) y eso que viviste como hijo, pretendías serlo como papá: “¡Qué señor para criados y parientes! ¡Qué enemigo de enemigos! ¡Qué maestro de esforzados y valientes!”…

En fiestas y playas buscaste algo más que la minita de buen cuero. Buscaste a la futura madre de tus hijos, tal como ella ha de haber visto en ti más que un apellido rentable. Sus lindas apariencias te hicieron creer que sus intenciones eran buenas. Aún así, tras haberse disipado el encandilamiento inicial, hiciste todo cuanto pudiste por compartir con ella el fruto de la obra en común, vale decir esos niños que, a pesar de repelerte la fulana, igual quieres.

"Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas sobre la tierra una larga vida que el Señor, tu Dios, te da.” (Ex. 20, 12), reza el cuarto mandamiento. Y tenía razón el cura de catecismo cuando te pasó éste, el primero de los mandamientos sobre la convivencia humana (los tres anteriores se refieren a Dios): nada es más importante para el equilibrio afectivo que la relación que se haya tenido con el papá y la mamá, en ese orden. Una mala imagen paterna, una madre que inflige al menor azotaínas sicológicas de rezongos contra su progenitor, el vano intento de suplantar al verdadero padre con el amante de turno (padrastro), amigas íntimas o abuelos chochos, todo eso, intuyes, estructura malamente la personalidad.

LAS KALFUMALÉN

Pero las cosas se dieron de otra manera. Ni supiste cuando la sociedad empezó a caer bajo el embrujo de las kalfumalén, las doncellas azules del bosque que seducen a mancebos enamoradizos, los usan de sementales para luego darles a beber una pócima de floripondio con miel de ulmo que los convierte en imbunches de carga. De ahí en adelante, los machos quedan destinados a puro juntar leña.

“Conste que las mujeres no envejecemos sino que embrujecemos”, acota amiga una desde Colombia.

Del movimiento de liberación femenina, desatado en los años 1960 por una conjura de intelectualas de la izquierda estadounidense –todas muy regias, muy ricas en dólares, muy celebradas por las revistas de moda y afectivamente muy autosuficientes– se pasó a una solapada guerrilla contra el rol masculino, guerrilla en la cual los rehenes son los menores. Que ni se acerquen los hombres a ellos y si quieren verlos, que paguen rescate.

Al cacareo se sumaron fletos y lesbianas, quienes también empezaron a minar la idea tradicional de paternidad. Como les gustan los niños, pero detestan a quienes los engendran, reclaman el derecho a criarlos a la loca, en desmedro del verdadero padre. Sin que nadie se alce contra estas desviaciones del sentido común, la tele, el profesorado y las artes se han plagado de homosexuales que por defender sus inclinaciones fomentan el sentimiento general anti padre.

Por su parte, el cura se apropió de la palabra padre. ¿Con qué derecho? ¿Qué sabe un clérigo de levantarse a las tres de la mañana para llevar la guagua a un hospital porque llora de dolor de oídos? Pero el catolicismo empezó a venerar más a la madre que al propio Cristo Jesús, como que los fieles rezan un rosario de diez Avemarías por cada Padre Nuestro y adoran a María, la santa madre en la medida que es virgen, vale decir que concibió sin la intervención de varón alguno.

Encima, en colegios de sectas fundamentalistas, donde por definición idolatran por sobre todas las cosas a su fundador, el padre de familia debe renunciar a enmendarle los prejuicios que les inculquen a sus hijos en clase. La secta lo que busca es sometimiento absoluto al líder -militantes, numerarios, siervos- y para ello desvincula al niño de su núcleo, llegando ofrecerle en reemplazo “tu verdadera familia de ahora en adelante.”

Paradójicamente, los papás, en busca de “educación de calidad” y de redes sociales, pagan caro, muy caro para que le extirpen a sus hijos los instintos naturales de cohesión familiar. Mientras más se integrar los jóvenes a la piadosa comunidad en que los pusieron, menos quieren a sus viejos.

Ves, entonces, que bajo el menoscabo del padre, se esconde la destrucción de la familia nuclear. Sin papá a la vista, los niños quedan expuestos a cualquier cosa.

Si ves a tus hijos siendo coqueteados por pandilleros, inducidos a malas juntas o cautivos de la camarilla que mamacita abraza, ¡convéncete taita chapado a la antigua: no eres nadie para impedirlo!

PADRES DESECHABLES SIEMPRE QUE PAGUEN

Te enteras con miedo –el sentimiento que más infunde la autoridad- del triunfalista anuncio de la militante del Partido Demócrata Cristiano, Laura Albornoz Pollmann, ministra del Servicio Nacional de la Mujer, que es una virtual agencia de lobying anti hombre: “Más de 7 mil personas (papás separados) tuvieron que cumplir con arresto nocturno el año pasado producto de la aplicación de la nueva Ley de Pensiones de Alimentos, en vigencia desde enero del 2007” (Fuente: www.sernam.cl 16-III-08)

¡Qué estupendo logro de la madre sola, siete mil padres de familia presos! Lo dice junto al Presidente de la Corte de Suprema de Justicia, con quien se toma linda foto para que fiscales de turno y jueces sancionadores vean a qué bando debe cargársele la mano. Para peor, ya lo anunciaron, a quien se haya atrasado en el pago de la pensión alimenticia, le confiscarán la devolución de los impuestos que pagó en exceso durante el año fiscal anterior.

La doctrina imperante, ¡toma nota! es el socialismo con su afán de alzar al Estado sobre el individuo y con ello hacer que la burocracia regule cuanta actividad humana exista, empezando por la familia. Por casos de abandono y violencia, que los hay, se presume ahora que todo hombre carece de ternura, presunción que está llegando a ser una profecía auto cumplida: tal como a quien no camina se le atrofian los pies, al privar al padre de espacio emocional para ejercer cariño, se le menguan sus sentimientos de afecto y dulzura. Vean ese bruto, alegan enseguida las kalfumalén, es indigno de criar a sus hijos. Sólo ellas saben, sólo ellas los quieren, es la excusa para mantenerlos cautivos bajo la pretina.

Ellos, los que alguna vez las fecundaron, que junten leña no más.

Encima, fíjense machos de la fértil provincia y señalada: esto representa un aumento de 120% sobre las tres mil y tantas detenciones de padres logradas el 2006. Siendo que fueron exactamente 7.040 los alimentantes apresados el 2007, a este paso serán 15.488 el 2008 y 34.738 al año siguiente para así llegar al bicentenario con 75.000 masculinos encarcelados anualmente por el puro concepto de atrasos en los estipendios que los Tribunales de Familia asignan a la mujer. Esto se llama vamos bien, mañana mejor, slogan de la dictadura que ahora anima en casi iguales términos la “agenda pro mujer” del gobierno. Cada día una banderilla más al toro hasta verlo desangrarse en el ruedo.

¡Hombre, no engendres hijos! proclama con sus apremios el poder femino - gay, te va a costar caro. Esto no va a frenar el impulso erótico, pero sí lo desvía hacia prácticas aberrantes como el sexo anal u oral.

Su efecto de control de natalidad no había de tardar: ya se está notando una tendencia a que los nacimientos se concentren, por un lado en grupos etarios correspondientes a adolescentes, lo más propensos en estratos de bajos recursos a dejarse llevar por el sexo al natural. Por otro lado, aumentan los nacimientos en mujeres mayores de treinta (“primíparas añosas” es la denominación médica) vale decir que han dejado pasar la mejor etapa de sus vidas para tener guagua, que es de los veinte a veinticuatro años, y vienen a ejercer sus instintos maternales cuando ya las dejó el tren.

Además, está cambiando el espíritu de la relación de pareja pues un embarazo bien aprovechado, como lo acaba de demostrar la modelo porno Heather Mills (40), ahora puede ser una mina de oro. Siendo que ella no aportó nada al auge y fortuna del cantante de los Beatles Paul McCartney (66), y no ha dejado de acusarlo de drogadicto, degenerado y multimillonario, obtuvo de él 47,8 millones de dólares por cuatro años de matrimonio y una guagua. Son nuevas variantes de una antigua profesión.

Curioso, a la salida de los tribunales la tipa esa dijo que “ahora está asegurado el futuro de mi hija”, -primera persona singular- tal como lo hacen ahora las fámulas chilensis, descartando impúdicamente al padre y arrogándose, en connivencia con la judicatura, la propiedad absoluta de lo creado en medias.

NIDO DE SANGUIJUELAS

Ten por seguro, la experiencia general así lo demuestra, que en cuanto un parásito legal llamado receptor judicial golpea tu puerta para notificarte de una demanda “de alimentos”, que en verdad es por plata, se desintegra para siempre esa familia que fundaste, pues los niños en cuyo nombre te extorsionan pasan a ser los espías, quintacolumnistas y fusileros del enemigo. Con la declaración de guerra comienza la ignominia, el sórdido mundillo judicial, donde todo apunta a denigrarte, hasta privarte de tu honra y tu patrimonio, sino llevarte al paredón.

El sistema, -tribunales, leyes, abogados, todo eso- te da el humillante trato de imputado, o sea de culpable hasta no demostrarse que no tienes esos ingresos ni esas propiedades de que te acusan. Hasta vivir bien, tener linda casa o auto nuevo pasa a ser delito. De viajar al extranjero ni hablar: ¡orden de arraigo, su señoría! Vienen las citaciones bajo apercibimiento de arresto, el cateo de los investigadores privados, las medidas cautelares contra tu casa y parcela, las audiencias ante juezas prestas a esquilmarte, las esperas en salas atestadas de brujas que no cesan de refunfuñar contra masculinos que alguna vez las poseyeron. Quieren quitarles sus bienes, dejarlos sin medios de vida, ¡ah! y si pudieran cortárselo con el cuchillo de cocina, como lo hiciera la ecuatoriana que mostraron en la tele, lo harían.

Es un nido de sanguijuelas donde caíste, de esos que hay en los pantanos del bosque profundo. Todos, empezando por los abogados, saltan de sus escondrijos a chuparte sangre. El personal quiere acción para justificar su paga; el actuario, su soborno; el notario, su tarifa; los que te demandan, sus costas y así vamos pagando a los burócratas tanto o más que lo destinado a tus hijos.

Conocerás a las tejedoras, esas matriarcas que agitan palillos mientras cuentan cómo en lugar de trabajar, le conviene más pasarse el día en el tribunal pechando por aumentar su pensión alimenticia. Siempre, a costa del desgraciado que no gana lo suficiente para brindarle a ella la vida regalada que merece.

Mientras tus amigos a lo sumo te dan una mirada compasiva, verás cómo ellas, las hermanas de género, se pasan datos para hacer frente común: la manera de obtener una orden de arresto, de qué lo debes acusar para cagarlo, si quieres que yo sea testiga, la trampita en que el gueón va a caer, todo vale en la guerra.

Inherente a la intromisión del Estado en la familia es el maltrato psicológico. Los niños aguantan mucho, pero el daño del hacinamiento, las esperas, y el temor reverencial que infunde la puesta en escena judicial –el ominoso edificio, los guardias, los estrados y pasillos oscuros- deja marcas imborrables en el alma infantil. ¿Te imaginas despertar una noche con la imagen de cuando se llevaron a tu padre al cadalso mientras tú, de la mano de mamá, sonreías de gusto? ¡Qué culpas habrían de carcomer tu espíritu!

Pasan las horas, los días y meses sumido en una suerte de aprisionamiento legal que te carcome el ánimo. No ves la salida, dilaciones y más postergaciones para consumar la tremenda injusticia de condenarte. ¿A mí, por qué? piensas, ¿por haberle ocasionado la vida a mis hijos? Cual secuestrado en la selva, tu productividad baja, rindes menos y necesariamente piensas ¿para qué tanto trabajar si todo lo más que gane me lo van a quitar?

Ah, la madre, la mamita adorada, la misma palabra ya pesa en tu contra, aún cuando sea ahora “la demandante” que, junto a un abogaducho enredador, te acusa de millonario para esquilmarte, de drogo para alejarte de los niños o de perverso sexual para vengarse. Malos padres hay a cada rato, informa la prensa, asesinos por acá, violadores por allá. Sin embargo, de las malas madres que envenenan el alma de sus hijos, los sientan entre sus piernas o los usan para amasar dinero, de eso ni pío.

Tan sesgado en favor de la mujer se encuentra todo el aparato jurídico policial, que siendo igual la propensión de damas y varones a delinquir, sólo el 6.5% de la población penal, de los presos digamos, es de sexo femenino. Lo mismo con la familia extendida: hoy los niños de padres separados tienen poca o nula relación con sus tíos y abuelos paternos.

Ya sabes viejo muchacho que alguna vez soñó ser papá de tomo y lomo: tu familia será desquiciada por leyes que menoscaban al hombre. En busca de plata, la dulce novia que te juró amor eterno, derramará sobre tus hijos el odio eterno.

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