Pablo Huneeus
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UN PSICÓPATA TE ESPERA
por Pablo Huneeus (Domingo 26 de julio de 2009)

El gerente del banco que te esquilma sin piedad, el burócrata que te tramita por joder, el economista que se hace millonario con tus ahorros, el superdotado que lo quiere todo y hasta el jefe del Estado nuclear que sonriendo de oreja a oreja ordena lanzar la bomba, bien pueden ser psicópatas que afectan drásticamente tu vida, sino te la quitan del todo.

No sabes si son malos o son genios. Son las dos cosas juntas, dice el “padre de la psiquiatría”, el médico francés, Philippe Pinel (1745-1825), en su clasificación de los desórdenes mentales de los internos del manicomio “Hospice de la Salpêtrière”. Ahí, por primera vez en la era moderna, él tipifica la “manía sin delirio”, una peligrosa insania compuesta de perversidad y lucidez hoy denominada psicopatía. (No confundir con psicosis que es un término más general).

Mientras la esquizofrenia, la bipolaridad del ánimo (síndrome maníaco depresivo) son enfermedades bien estudiadas y sujetas a tratamiento, este trastorno mental, al no ocasionar alucinaciones ni berrinches, cuesta detectarlo.

La condición de vacío moral, aguda inteligencia, ausencia de empatía al prójimo y falta de escrúpulos que caracteriza al psicópata, no va aparejada con instantes de frenesí u otros síntomas visibles de demencia. Está siempre plenamente consciente de lo que hace y distingue claramente entre el bien y el mal, sin que por ello tenga freno alguno de conciencia.

Sus facultades intelectuales, de sociabilidad y de memoria no sufren detrimento, por lo que estafa sin escozor a quien tenga cerca, empezando por su propia familia. Asesina, en imagen o de hecho, a camaradas de partido, colaboradores y hermanos como manera práctica remover a quien lo contraríe. Total nunca, ni en la noche oscura del alma, va a sentir remordimiento.

Debido a su fascinación por la violencia, el psicópata protagoniza sin pestañear los más horrendos crímenes, algunos al estilo de Nerón, que mató a patadas a su propia madre en el senado, otros en la forma de matanzas seriales con armas automáticas, como las protagonizadas últimamente en escuelas y universidades de Norteamérica y Alemania

Siendo en general muy seguro de sí mismo –no duda jamás- carece de un componente clave de la sociabilidad humana, como es el sentido de compasión. Su carencia emocional lo hace incapaz de arrepentirse de los perjuicios que causa. No sabe de escrúpulos, y si alguna vergüenza siente es por haber sido sorprendido, no por lo que hizo.

Paradójicamente, causan fascinación, una suerte de vértigo en la gente normal que admira su audacia y cae hipnotizada por su imparable farandulismo y locuacidad. Son atractivos, especialmente para las damas.

Se cree que la psicopatía afecta a cerca de 2% de los hombres adultos y en muy menor proporción a las mujeres.

A pesar de los tremendos daños y gastos que inflige a la sociedad, esta patología antisocial ha sido objeto de menos investigación científica que el tabaquismo y las células madres. Nada sabemos de sus causas, formas de detección precoz, ni de las maneras de prevenir su propagación, que parece ir en aumento.

Una autoridad en el tema es el Dr. Kent Kiehl, un médico psiquiatra joven que distingue entre los “psicópatas exitosos”, que andan libres, y los “fracasados” que se encuentran presos. Hace años él investiga a los de la cárcel de Albuquerque, Estados Unidos. Con un scanner de resonancia magnética, cree haber descubierto ciertas formaciones anómalas en la región del cerebro que procesa las emociones, los mecanismos de inhibición y la concentración.

Aunque falta mucho para llegar a un test comparable al antígeno prostático que detecta anticipadamente el cáncer, esa línea de investigación tendiente a diagnosticar a tiempo la psicopatía es de crucial importancia para sanear la vida en sociedad, pues gatilla tremendos crímenes, tanto de sangre como de cuello blanco (quiebras que dejan a miles cesantes, apropiación de bienes públicos, especulación con remedios, etc.)

En términos de costo/beneficio, lo que se gaste en investigación científica de este síndrome disociador, no es nada comparado con el costo del tinglado de seguridad, organismos policiales, fiscalías, leyes de transparencia y sistema carcelario que ha debido erguirse para refrenarlo.

Por eso, a fin de prevenir los estragos que causa urge determinar su génesis y morfología, empezando por estudiar el temperamento de padres y abuelos. ¿De qué otro modo tratarla? Capaz que sea una enfermedad que requiera aislamiento preventivo, sino inhabilitación para ejercer cargos públicos, en especial los que habilitan a portar armas.

Más aún, sin duda ves cómo el ambiente moral de hoy, con su valoración de la arrogancia y el éxito financiero, fomentan ese tipo aberrante de personalidad. El tipo duro, frío e implacable, el “Terminator” ¿no es acaso el arquetipo de carácter a seguir? Mientras el ladrón de gallinas languidece en la cárcel, ¿no ves cómo los mayores honores de la república van al carente de vergüenza?

¡Cuídate amigo!

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