Pablo Huneeus
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COSAS DEL ONCE
por Pablo Huneeus

En septiembre de 1924, ante el despelote en que los políticos tenían sumido al país, un general de ejército llamado Luis Altamirano Talavera, se toma el poder a la semana de ser nombrado Ministro del Interior. El presidente Arturo Alessandri Palma (1868-1950) lo había llamado a servir en La Moneda para que ayudara a sustentar el gobierno.

Alessandri se refugia en la Embajada de los Estados Unidos, y el jueves once, las FFAA, entregan el siguiente comunicado:

“MANIFIESTO DE LA JUNTA MILITAR

Antes de exponer al país en forma definida nuestros propósitos, hemos querido que a nuestras palabras se anticiparan los hechos; repugna a nuestra honradez el viejo y desprestigiado sistema de prometer sin garantizar el cumplimiento.

La corrupción de la vida política de la República llevaba a nuestras instituciones a un abismo hacia el cual la propia Carta Fundamental empezaba a resbalar, empujada por intereses meramente personales.

Los elementos sanos se habían alejado de la acción pública por un tiempo tan dilatado, que sentían ya pesar como una culpa su abstención.

La miseria del pueblo, la especulación, la mala fe de los poderosos, la inestabilidad económica y la falta de esperanza en una regeneración dentro del régimen existente, habían producido un fermento que irritaba las entrañas de las clases cuya lucha por la vida es más difícil.

Este movimiento ha sido fruto espontáneo de las circunstancias.

Su fin es abolir la política gangrenada; y su procedimiento, enérgico pero pacífico, es ahora de cirugía, y no de venganza y castigo.

Se trata de un movimiento sin bandera de sectas o partidos, dirigidos igualmente contra todas las tiendas políticas que deprimieron la conciencia pública y causaron nuestra corrupción orgánica.

Ninguno de los bandos podrá arrogarse la inspiración de nuestros actos, ni deberá esperar para sí la cosecha de nuestro esfuerzo.

No hemos asumido el poder para conservarlo.

No hemos alzado ni alzaremos un caudillo, porque nuestra obra debe ser de todos y para todos.

Mantendremos las libertades públicas, porque de su ejercicio racional nace toda creación, y porque bien sabemos que de ella arranca su existencia la más augusta de las conquistas: el reconocimiento de la soberanía popular.

De creación, y no de reacción, es el momento.

Nuestra finalidad es la de convocar a una libre asamblea constituyente, de la cual surja una Carta Fundamental que corresponda a las aspiraciones nacionales.

Creada la nueva Constitución, ha de procederse a la elección de poderes públicos, sobre registros hechos por inscripción amplia y libre.

Constituidos estos poderes, habrá terminado nuestra misión.

Entretanto, deseamos que se observe nuestra acción con mirada serena y afinada en una nueva visión política, y pedimos que a la obra patriótica e incansable que habrá de engendrar la conciencia nacional, se agregue la cooperación robusta de las fuerzas vivas no contaminadas de la República.

Antes que adoptar una actitud hostil frente a este movimiento, téngase presente que lo más honrado y lógico es comenzar por tratar de comprender su significación y alcance.

Tengamos fe en la causa que defendemos, alejemos las suspicacias que disgregan, y, unidos con el sano propósito de salvar a la República, trabajemos por devolver a nuestra patria el libre juego de sus instituciones fundamentales, nuevas y sanas.

La Junta Militar
Santiago, 11 de septiembre de 1924.”
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Martes 11 de septiembre de 1973

Los cazabombarderos “Hawker Hunter, mandados a hacer a Inglaterra por el gobierno de Frei padre para la Fuerza Aérea de Chile en 1967, bombardean el Palacio de la Moneda, la residencia del Presidente de la República, Salvador Allende Gossens, de calle Tomás Moro Nº 200, la radio Balmaceda y el propio Hospital FACH de Av. Las Condes Nº 8631.

Todos, blancos indefensos, que tenían izado el pabellón nacional y al interior del territorio patrio.

Récord mundial en heridas auto infligidas por una fuerza aérea.
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Martes, 11 de septiembre de 2001

Las dos torres gemelas del “World Trade Center” de Nueva York, a pasos de Wall Street, perfectamente simétricas, de 110 pisos, 97 ascensores y seis montacargas cada una, no eran muy queridas. De hecho, hay un goce morboso de verlas caer, pues mucha gente detesta esos implantes de cemento que la mafia financiera clava en las ciudades.

El novelista americano Norman Mailer, haciéndose eco de la animadversión hacia esa arquitectura declaró al día siguiente de verlas colapsar:

“Sus ruinas son más bonitas que el edificio. Lo que los americanos rehúsan a reconocer, es que gran parte del mundo nos ve como opresores culturales y estéticos. Entramos e insistimos en imponer enclaves de nuestra comida ahí, como McDonald’s. Levantamos edificios de altura hasta que la más miserable capital del mundo tenga su anillo de hoteles altos y edificios prepotentes. Mucha gente mira eso con resentimiento. No tienen plata.”

(Entrevista de Ann Trenemam, diario “The Times” de Londres, 13-sep-2001)
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RÉPLICAS:
"Leo el párrafo de Mailer con esta vista desde mi ventana." Ìtalo Neira. 12-sep-11. Adjunta viene foto que se encuentra en “Imagen”.

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