Pablo Huneeus
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CÓMO MENTIR CON ESTADÍSTICAS
por Pablo Huneeus

Las estadísticas son herramientas de persuasión democrática que sirven para probar cualquier cosa. Con ellas demuestran que estamos mejor o peor, que los pobres están más ricos o más pobres y que la vida humana sube o baja en el mercado.

Según el balance del Banco Osorno y La Unión al 31-XII-1976, éste mostraba utilidades cuando debió ser intervenido por el Gobierno para salvarlo de una estrepitosa quiebra. Según el Índice de Precios al Consumidor, alias IPC, del Instituto Nacional de Estadísticas, los precios durante junio subieron sólo en 3,3 por ciento. Y según el Índice de sueldos y Salarios del mismo instituto, en el último año las remuneraciones promedio de empleados y obreros subieron 37,6 por ciento más que la inflación.

¿Cómo se logran tales cifras en circunstancias que las estadísticas adolecen de una grave limitación: las computadoras y las calculadoras –tal como las máquinas fotográficas- no saben mentir?

¡Oh infinita superioridad del hombre sobre la máquina! Para subsanar esta deficiencia que amenazaba con reducir el efecto persuasivo de estas herramientas, la ciencia estadística ha desarrollado ingeniosas técnicas de fácil aplicación. He aquí las principales:

1.- COCÍNELAS
Las estadísticas crudas pueden ser tan indigestas como la cruda realidad. Por lo tanto conviene siempre cocinarlas, agregando colorantes y condimentos a gusto.

Si usted inventó un remedio contra el resfrío puede anunciar que tomándolo se quita en apenas siete días, mientras que no tomándolo tardaría una semana entera en mejorarse.

Este principio básico de la buena cocina suele aplicarse en forma más sofisticada. Un laboratorio en Inglaterra organizó un estudio para probar la efectividad de una nueva vacuna contra la polio. En una comunidad se vacunaron 450 niños y se dejaron 680 sin vacunar a manera de control. A los pocos años hubo un brote de polio y se comprobó, con la debida publicidad, que ninguno de los niños vacunados había contraído el mal.

Lo que no se publicitó es que tampoco se detectó algún caso de polio entre los que no fueron vacunados en esa comunidad. Debido a la baja incidencia de la polio, las probabilidades para esa comunidad eran de dos casos si había epidemia. Por lo tanto, las cifras que se obtuvieran de ese estudio estaban condenadas a probar nada desde el principio. O, si se prefiere, de todos modos iban a demostrar la efectividad de la vacuna.

2.- USE PROMEDIOS
Los promedios tienen la virtud de sazonar desigualdades amargas.

Si en una empresa unos ganan dos, otros, seis y otros, trece, ¿cómo se le explica al sindicato? Lo mejor es el promedio que en este caso viene a ser una remuneración media de siete. Mejor, ¿verdad?

Cuando hay aumentos de sueldos mayores para los que ganan más que para los que ganan menos, esta técnica permite suavizar el resentimiento por que al promediar se liman matemáticamente las asperezas duras de masticar. Así es posible llegar a concluir que los sueldos y salarios aumentaron 37,6 % más que la inflación.

3.- CARGUE LAS MUESTRAS
En vista de que no se puede entrevistar a todos los ciudadanos o revisar todos los precios, muchos datos estadísticos provienen de muestras seleccionadas con técnicas que –se supone- representan fielmente la totalidad.

Pero -¡Oh ingenio!- hay muchas maneras de sacar una muestra, es cuestión de gustos. Si quiere que en su muestra de manzanas haya puras manzanas rojas, sáquelas de un montón de manzanas rojas. Si quiere puras opiniones favorables, pregúntele únicamente a quienes están a favor. Así de simple.

4.- CARGUE LAS PREGUNTAS

Una variación de lo anterior es redactar las preguntas de una encuesta de modo que la respuesta esté en la línea deseada. Si quiere que la gente diga que está contenta puede preguntar: ¿Ud. ahora está más contento, mucho más contento, o extraordinariamente más contento?

5.- DIBUJE BIEN

Supongamos que el número de atenciones médicas aumentó de nueve millones en 1975 a nueve millones 200 mil en 1976 podemos representar gráficamente este aumento de dos maneras.
(Viene gráfico en que aumento de 9 millones a 9,2 aparece casi horizontal.)
Así no sirve, no impresiona a nadie. Recurriendo a los sagaces estadísticos se puede mejorar.
(Gráfico que parte a la izquierda en 9 millones y termina arriba en 9,5. El 0,2 de aumento impresiona.)

No, no hay trampa. Solamente se recurrió a la vieja treta de adaptar las categorías de la columna vertical a la izquierda. Los 200 mil se estiran a gusto del cliente. Otras veces, esto se puede hacer cortando las barras (en los gráficos de barra) para maximizar el impacto visual. De este modo se puede llegar a que un 2% de aumento en la producción se vea espectacular.

6.- HAGA ÍNDICES

Ejemplo sin comentarios: el IPC.

7.- INVÉNTELAS

En caso de que nada de lo anterior resulte, recurra a la imaginación. Si Ud. quiere demostrar que la agricultura está floreciente, puede tranquilamente afirmar que la producción de papas aumentó un 18%. Nadie tiene paciencia para contar todas las papas a fin de desmentirlo.

Cuando una estadística proviene de la imaginación se llama “estimación”.
* * *
Hasta aquí, textual un artículo aparecido el miércoles 27 de julio de 1977 —35 años atrás—, en la muy leída y hoy fenecida revista «Ercilla» (ver Imagen). Desde entonces, ha corrido mucha mentira bajo el puente, violándose por todos lados los dos criterios de una correcta estadística, a saber:

1.- CONFIABILIDAD. Que si tú mides algo, esa medición sea consistente con la que otro haga del mismo fenómeno. Si descubres que en la cumbre del Aconcagua (6.960.8 m) el agua hierve a 80º C, esa información pasa a ser confiable sólo si otro andinista obtiene igual resultado en el mismo lugar. Ídem, con la efectividad de un remedio, el número de muertos en accidentes de tránsito, el saldo que te da el banco, las alzas o las pruebas de conocimiento que regulan la educación. En la era de la razón, todo anuncio, revelación o testimonio debe ser verificable por alguien distinto de quien la da.

2.- VALIDEZ. Que la “info” anunciada, realmente mida lo que pretende medir. Si pones el altímetro en al agua y el termómetro al viento, logras un efecto “ná que ver”, comparable al de descartar de la mortandad del tránsito a quienes fallecen días después del accidente. Ídem, considerar con empleo a los saltimbanquis callejeros y cuidadores de autos o peor aún, tomar las elecciones y encuestas como datos de satisfacción con el estado general de las cosas.

Es así como el más platudo de los presidentes que haya tenido la República urdió, en concomitancia a otro asomado en la dictadura, una tan grande mentira, como es la encuesta CASEN, que no cupo bajo el puente.

En palabras del «Financial Times», en su edición del 3-sep-2012:

«The Chilean administration has come under fire for allegedly massaging official data for political means, a charge that goes against its long record of sound economic management and strong institutions.

The country has long been Latin America’s investment darling and a OECD member, but the government of billionaire businessman Sebastián Piñera is accused of fudging the methodology and distorting the findings of a poverty survey because it would have shown that the poverty rate had stagnated.»

Moraleja: no es sólo a Pinocho –el títere–, que le creció una nariz de palo por mentir con estadísticas.

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